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El costurero de su pueblo

De los alcaldes más votados de Andalucía, ahora se afana en coser las dos partes de La Rinconada.

el 26 jun 2011 / 07:01 h.

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Antes de ayer terminó de encajarse el pecho en su sitio, porque lo tenía fuera desde el pasado 22 de mayo de tanto sacarlo. Y tenía sus motivos: ese día, el de las elecciones, se convirtió en el alcalde de una ciudad andaluza de más de 20.000 habitantes que más ventaja le sacaba a su más directo contrincante, un triunfo rotundo que le ha hecho ganarse más todavía el respeto de su pueblo, de sus adversarios políticos y de su gente en las filas del PSOE, donde es una de las pocas figuras emergentes que ha dejado el tsunami azul de las municipales.

Desde La Rinconada forma ahora un triángulo, junto a Dos Hermanas y Alcalá de Guadaíra, que es lo único que los socialistas pueden contraponer al que forman Sevilla-Mairena del Aljarafe-Tomares, gobernadas por el PP. Javier Fernández sabe que ahora tiene fuerza entre los suyos, y está dispuesto a no dejar pasar la ocasión.

"Ni una página en blanco más", dice la letra de Pájaros de barro, de Manolo García, su canción de cabecera, algo en lo que Fernández lleva aplicándose casi toda la vida, porque es de los que le gusta la política desde pequeñito, y si es con mando en plaza pues mucho mejor. Concejal con 23 años, a los 35 ya era alcalde de La Rinconada, la capital del área metropolitana conforme se sale hacia el norte. Lo suyo fue simbólico: fue el primer regidor rinconero nacido en La Rinconada pueblo, porque sus predecesores eran de San José, la parte del municipio más moderna y grande, tanto que supera en tamaño al núcleo antiguo en sí. Lo del binomio está aquí muy presente: una feria en La Rinconada y otra en San José, una Cabalgata de Reyes en La Rinconada y otra en San José, y así hasta casi el infinito. Cuando llegó heredó un proyecto dibujado sobre el papel, el de unir las dos partes, pero quedaba lo más difícil que era hacerlo realidad. Y a ello se puso. Ahí lo tenemos ahora, convertido en el costurero de su pueblo, cosiendo el territorio, uniendo los dos núcleos con infraestructuras y viviendas para que el día de mañana La Rinconada sea una localidad compacta y más grande pero tampoco tanto, que eso del encanto de pueblo no se quiere perder y no se quiere ir más allá de los 48.000 habitantes.

Dicho lo cual, ¿cómo es nuestro costurero de territorios? "Siento el asombro de un transeúnte solitario", dice su canción, pero él, lo que es solo, no ha caminado casi nunca, como cuando iba con sus padres y su hermano mayor a ver al Betis, porque su familia es de las de carné de toda la vida. Diplomado en Ciencias Empresariales, casado y con un hijo de ocho años ("si volviera a nacer me gustaría ser como él", dijo en una ocasión), es uno de esos políticos jóvenes que ya tiene muchos tiros dados, como demuestra que, desde su puesto como responsable de Política Institucional en la Ejecutiva Provincial, es de los que más manda en el PSOE sevillano.

Afable, de trato fácil, muy entrante, eso de unir territorios se lo ha tomado tan a pecho que, ya puestos, pues también intenta lo mismo con las personas, de ahí que sea uno de los principales negociadores del partido en cuanto hay un lío. Optimista, currante, muy mijita en el trabajo (lo controla casi todo porque, como concejal, ha tocado casi todos los palos), ha tenido que bregar en La Rinconada con grandes proyectos urbanísticos cuando menos dinero había y ha salido airoso. Buen conocedor de los resortes políticos, tanto del partido como de las administraciones ("es de los que tiene hilo directo con los consejeros", dicen de él), siempre ha estado en el equipo ganador. ¿Una prueba de su visión? Pues que su político preferido es Alfredo Pérez Rubalcaba, y eso lo decía hace mucho tiempo, que ahora no vale. Con buen saque en el comer (en el tenis, que tanto le gusta, está por ver), se le van los ojos tras un solomillo de ternera en su punto y un pescado a la plancha, y en casa cuando hay reunión él también es el jefe, en este caso de la barbacoa.

La gula la purga después corriendo: el año pasado se metió entre pecho y espalda ocho medias maratones, y eso que lo suyo de chico era el fútbol, tanto que llegó a estar federado. No tiene carné de conducir ("cuando era delegado de Vía Pública se compró una moto y parecía un cartero, para arriba y para abajo") pero sí una gran memoria, tanto que conoce a casi todos los del pueblo por su nombre y apellidos, y en La Rinconada ya son unos pocos. Admirador de Rafael Gordillo, de Sigourney Weaver y de Fito, mira por dónde lo pasa fatal cuando hay que hacerse una foto. ¿Y qué se llevaría a una isla desierta?, le preguntaron una vez. "No me iría a una isla desierta, es muy aburrido", contestó. Y se quedó tan pancho. Desde luego, a este costurero no le falta carrete.

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