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El decano de la prensa en Alcosa

Más de tres décadas lleva Ricardo Barrera en su quiosco de chapa de Ciudad de Liria. En él ha visto crecer un barrio del que ha sido cronista.

el 29 abr 2014 / 00:10 h.

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Ricardo Barrero, quiosquero de Ciudad Liria en Parque Alcosa. / José Luis Montero Ricardo Barrero, quiosquero de Ciudad Liria en Parque Alcosa. / José Luis Montero Tres décadas y media de experiencia son su mejor aval. Son los años que acumula Ricardo Barrera al frente de su quiosco en la calle Ciudad de Liria, casi los mismos que tiene el Parque Alcosa, uno de los barrios más populares de Sevilla del que es decano de los quiosqueros. Hablando con sus vecinos todos coinciden en señalar que siempre estuvo ahí, como su quiosco de chapa. El mismo que conserva a día de hoy a pesar de que el Ayuntamiento renovara la mayoría de ellos. Ricardo, que sabe bien de lo que habla –fue durante años miembro de la directiva de la Agrupación de Vendedores de Prensa–, optó por mantener el suyo. «Lo había ido adaptando a mi forma de trabajar y las circunstancias me fueron favorables», recuerda. Quizás por eso piensa que todo son ventajas. Desde la colocación de cada pieza del puzzle de su quiosco hasta la posibilidad de atender a pie de carretera. «Yo me pongo en la calle y hago de relaciones públicas», bromea. Es sólo una anécdota más de las que ha acumulado en tantos años de experiencia. No obstante cuando llegó a Alcosa, «la capital de Sevilla Este», lo hizo «de forma circunstancial» y casi sin pensárselo. Hace eso, unos 35 años aproximadamente, se casó con Encarni y se marchó a Barcelona. Allí, una vez que su mujer se quedó embarazada, decidió regresar hasta su ciudad para que su hijo también fuese sevillano, «otra ocurrencia más de mi vida». Yasí, de forma casi accidental, llegó hasta un quiosco sin el que hoy día no sería capaz de entender su vida. «Por la suma total de todo lo que he vivido aquí le digo que sí merece la pena ser quiosquero, que volvería a serlo». Así de claro lo tiene. En tanto tiempo ha visto crecer el barrio «en torno al quiosco». No es un brindis al sol. «Estaba aquí antes que la carretera. Todo lo que ves alrededor era terreno baldío, casi como una isla». Ahora, casi cuatro décadas después, Alcosa ha evolucionado en cuanto a infraestructuras y viviendas aunque sigue manteniendo el mismo espíritu que lo convirtió en uno de los barrios más populares. «Los vecinos somos los mismos aunque un poco más viejos», relata entre sonrisas. Y es que a lo largo de estos años Ricardo ha visto crecer a niños que ahora son padres de familia y también marcharse a otros que han dejado huella en su vida. «Lo mejor de estos años ha sido conocer a tanta gente y lo peor...perder a algunos». Tantas horas de dedicación y tanto sacrificio han permitido a Ricardo sacar adelante a sus tres hijos –presume orgulloso de haber podido pagarle sus estudios– y, especialmente, a Encarni. «Mi mujer ha sido mi tabla de salvación, sin ella no sería lo que soy», explica. Juntos han sido capaces de mantener un quiosco al que le ha afectado la crisis y la bajada en la venta de periódicos. Aún así Encarni tiene claro que no lo cambiaría por nada. «Se lo debo todo al quiosco», asegura. Y eso que «no conocemos nada que no sea el quiosco y Alcosa». Pero aún así confiesa que son «felices». Una importante lección de vida que les ha permitido poner al mal tiempo buena cara y vivir. Que en estos tiempos no es poca cosa. En estos años Ricardo ha aprendido también a amar una profesión que nunca pensó que sería la suya. «Mi objetivo siempre fue el Derecho pero nunca estudié. Jamás pensé que sería quiosquero». Pero lo ha sido y vaya si ha tenido buena mano a la hora de elegir su trabajo. Sólo basta preguntar a sus vecinos para comprobar que en estos años, además de vender periódicos, ha sido capaz de dejar huella. Yclaro, la gente también confía en él. «No sé si es por mi aspecto físico –barbas y gafas– o por el recogimiento del quiosco pero mucha gente viene aquí a confesarse». Ricardo los escucha y les abre su corazón de buena persona. «La gente necesita hablar con los demás y yo también estoy para eso», reconoce. No hay dobleces en Ricardo ni un patrón preconcebido de persona. Es como es, sin más. Republicano pero seguidor de un rey:Dios. «El Señor es mi vara y mi mujer mi cayado», explica. Quiosquero y amigo de sus vecinos, porque no busca que «la gente sean sólo clientes». Padre de familia y marido orgulloso, «completamente enamorado de mi mujer». Confesor del barrio, comerciante solidario y luchador para que Alcosa tuviera unos servicios mínimos que hace años eran una utopía. Pero por encima de todo, orgulloso vendedor de prensa y apoyo de esos periodistas «garantes de la libertad». Aunque no lo crean todavía queda gente así. Lo encuentran en Ciudad de Liria, siempre rodeado de su gente. Por ellos es capaz de dar la vida. Al menos «lo intenté», reconoce Ricardo, el decano de los quiosqueros de Alcosa.

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