El declive de los últimos cabreros

El negocio de las cabras subsiste en la Sierra Norte de la mano de unos valientes.

el 10 dic 2010 / 18:49 h.

Antonio Félix Fernández con algunos de sus animales.

Que se trata de un oficio insatisfactorio ya está recogido en el Génesis: Abel, el pastor, asesinado por su hermano Caín, el labrador. Pero ahí están las bucólicas de Virgilio, campos benditos recorridos por pastores poco rudos, nada incultos, más bien almas refinadas. "Si ahora ven a un niño cabrero, pueden detener a la familia", asegura José Manuel Ávila, vecino de Burguillos de 48 años. Él vivía con su abuela, guardaba cochinos con 7 años y, hasta los 16, estuvo cuidando cabras. No sabe lo que es un colegio, pero conoce las labores del campo y la ganadería a la perfección. "Lo único que me falta es conducir un avión con remolque", afirma este antiguo cabrero. Los niños de hoy manejan internet y pueden conocer a Dolly, pero no han visto cabra u oveja alguna en pleno siglo XXI.

"Por la puerta del cabrero pasa el hambre, pero nunca entra", dice con acierto el viejo refrán. Un bastón, la taleguilla y un bote de agua con palma recosida. El postre de cada día era fruta del tiempo. "Cogía un melón de allí o una naranja de allá", confiesa. Las cabras, por su parte, seguían pastando. "Comen más por la tarde -el careo- que por la mañana".

El pastoreo por las lindes no estaba exento de conflictos. "Siempre iba por las veredas de carne (vías agropecuarias), pero los guardas me hacían perrerías porque no querían que me acercara a la siembra", recuerda. De regreso al anochecer, este niño entraba en las calles del pueblo montado encima del macho cabrío como si llevara de las riendas un caballo. Dejó el oficio y se pusieron de moda por la comarca las "cabras murcianas", una especie más pequeña para estabular, que no podía salir al campo. "Eran bajitas y daban mucha leche, pero las tetas rozaban en el suelo", describe.

"El dulce lamentar de dos pastores", escribía Garcilaso de la Vega al comienzo de la primera égloga. "Pagan la leche al precio de hace 20 años, a 70 pesetas el litro, algo ridículo", afirma Antonio Félix Fernández, de Castilblanco de los Arroyos. Con 34 años, dirige con su hermano Andrés Fernández una explotación. Su modesto negocio está seleccionado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para realizar un estudio sobre la dehesa en la Sierra Norte. Tienen 500 cabras y sacan de media 300 litros de leche al día, que pueden llegar a 600, según el ciclo de los animales.

El pastoreo por el monte es ahora una excepción, las cabras suelen alimentarse en fincas cerradas y viven al cobijo de naves techadas, el moderno establo. "La hierba del campo es salud para los animales, pero no producirían sin pienso", explican. Desde el verano el precio de los piensos viene subiendo. Las cabras se alimentan a base de una mezcla de habas, maíz y avena, y otra combinación de alfalfa. "Rusia no manda trigo y China compra todo el cereal" son algunos de los argumentos que se escuchan. La pata de un cordero puede alcanzar 24 euros, mientras que ellos reciben, como máximo, cuatro por cada kilogramo de carne. Hay muchos ganaderos arruinados, que no pueden pagar los gastos.

Estos jóvenes venden toda la leche a una empresa de Francia desde hace dos décadas. Para ellos, Francia es buen ejemplo en ciertos aspectos de la política agraria. "Un matrimonio con tan sólo 120 cabras vive allí perfectamente, y da empleo", cuentan. "En Francia, ellos consumen su leche y su carne, después importan, abren el mercado, pero aquí...". Los dos hermanos dicen que los cambios continuos de la PAC (política agraria comunitaria) son confusos. "Esta gestionado por gente que ignora la realidad del campo", en referencia a que ahora se reciben las subvenciones por hectáreas y por cabezas de ganado. Con los últimos cambios, hay ganaderos viejos que pueden haberlo vendido todo, pero reciben ayudas hasta el 2012, mientras que los nuevos se quedan fuera.

Las últimas propuestas de estos cabreros se dirigen a montar una pequeña fábrica de quesos. "El papeleo es exagerado, por producir 10 quesos te exigen lo mismo que a una industria que va a producir 10.000." Un negocio en el cual hay sablazos, y no se producen por ninguna crisis.

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