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El día que cayó Valverde

Mientras Valverde, primer líder de este Tour, se hundía en los ascensos al Tourmalet y al Hautacam, Schleck se convertía en el primer gallo que daba un paso al frente en un gallinero que hasta ese momento estaba tranquilo. Foto: EFE

el 15 sep 2009 / 07:57 h.

El día que Alejandro Valverde perdió toda opción de ganar el Tour de Francia, Franck Schleck se quedó a un segundo de arrebatar el amarillo a Cadel Evans, que dio un paso al frente para afianzar su condición de candidato favorito a la victoria en París.

Mientras Valverde, primer líder de este Tour, se hundía en los ascensos al Tourmalet y al Hautacam, Schleck se convertía en el primer gallo que daba un paso al frente en un gallinero que hasta ese momento estaba tranquilo.

El día en el que el murciano acababa a 5:52 minutos del ganador de la etapa, el italiano Leonardo Piepoli, Evans daba por concluido el susto de la víspera, una caída que estuvo a punto de excluirle del Tour.

Las lágrimas del dolor en el descenso de Aspin del domingo se tornaban en lágrimas de alegría en la cima de Hautacam el lunes, emocionado por vestir de amarillo por primera vez en su carrera.

"Tras la caída me dolía todo, no estaba seguro de poder terminar la etapa y con esa emoción no he podido contener las lágrimas en el podium", dijo el australiano.

Su renta es de un segundo sobre el mayor de los Schleck, el primero de los favoritos que se atrevió a romper el guión del marcaje cerrado.

El campeón de Luxemburgo se marchó en las rampas del puerto de categoría especial en busca de unos segundos que le permitieran heredar el liderato de su compatriota Kim Kirchen, incapaz de defenderlo con la carretera cuesta arriba.

Pero se quedó a un segundo, una renta que coloca a Evans en primera fila del rompeolas mediático, en el puesto de favorito que "de facto" ostentaba desde Brest y que ahora, además, lleva colgado en sus hombros.

El australiano no tiene equipo que le respalde y sigue quejándose de su hombro izquierdo, pero ahora nadie duda de que es el principal candidato a la victoria.

"Quedan muchos kilómetros", se defiende el primer ciclista australiano en vestir de amarillo desde 2004, que siente el aliento de Schleck en la general pero que designó al ruso Denis Menchov, quinto de la combinada a 57 segundos, como su principal rival.

El doble ganador de la Vuelta a España aguantó con los mejores y no mostró síntomas de pasarlo mal, lo que le convierte en un hombre a tener en cuenta, con los Alpes por delante y una contrarreloj larga en vísperas de la llegada a París.

Tras él está el español Carlos Sastre, a 1:28 segundos de Evans y con sus aspiraciones de subir al podium de los Campos Elíseos intactas, a menos que la "machada" de Franck Schleck revolucione la jerarquía del CSC y le relegue a un segundo plano.

El día que cayó Valverde, el italiano Damiano Cunego demostró que, como el murciano, sus fuerzas están contadas y que no estará entre los mejores en París, porque acumula ya un retraso de 5:37 minutos.

Todo lo contrario que su compatriota Riccardo Riccó, que tras la exhibición que dio la víspera en la subida a Aspin, dejó ver que tiene combustible suficiente para seguir la rueda de los favoritos y que, agazapado en el noveno puesto de la general a 2:29 del líder, empieza a sonar como un candidato si no baja el pistón en los Alpes.

El día que cayó Valverde, el Tour de Francia se revolucionó para buscar el aspecto de lo que será su pinta definitiva. El estadounidense Christian Vandevelde y el austríaco Bernhard Kohl, tercero y cuarto respectivamente, aparecen como los invitados inesperados, pero pocos les dan crédito.

El día que cayó Valverde arrastró en su naufragio a su compañero y compatriota Oscar Pereiro, al que muchos veían como el tapado del Caisse d'Epargne, pero que primero se quedó para esperar a su jefe de filas y luego, ni siquiera pudo seguir su ritmo.

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