La dilatada trayectoria de Enrique Acosta en el ámbito de la creación plástica y, sobre todo, del diseño, ha vuelto a dar de bruces con la pintura. El título de su última exposición, 'Reencuentro', es más que significativo. A través de él se hace una revisión de su universo creativo y se adentra a explorar el mundo de la figura humana.
Enrique Acosta, más conocido como uno de los grandes impulsores del diseño gráfico en Andalucía desde la década de los 80, y profesor de la facultad de Bellas Artes de Sevilla, regresa a la actualidad expositiva de la ciudad con una exposición estrictamente pictórica en la que el autor, a través de una serie de lienzos donde la geometría entra en diálogo con las sinuosas curvas humanas, desarrolla una idea que ya empezó a fraguar en la colectiva 11 modos, que se expuso en la galería Isabel Ignacio hace poco más de un año.
Allí, Acosta presentó la pieza 'El paraíso encontrado', realizada a finales de 2006 y llamada a reflexionar sobre "un tema apasionante, que está casi empezando y va evolucionando poco a poco con la incorporación de la figura humana. Un paraíso mental inventado y reinventado artificialmente basado en percepciones intuitivas y también en instantáneas reales". Pues bien, este punto de partida ha dado como resultado la exposición 'Reencuentro', donde el artista sevillano muestra sus últimos trabajos "para reflexionar acerca de lo que ha sido a lo largo de toda su vida su más pura vocación: el arte", según explica la galerista.
En estos trabajos más recientes que ahora se exponen, Acosta "ha evolucionado hacia nuevas sendas, que a su vez han moldeado sutilmente su lenguaje, tremendamente personal siempre. El camino elegido hacia la esquematización de los elementos figurativos se hace latente en cada tela", relata Isabel Ignacio, que asegura que, al mismo tiempo, "los trazos que antes emergían con mayor violencia, más gruesos y evidentes, se desdibujan en estas nuevas creaciones para hacerse perceptibles a través de lo emotivamente sensorial".
En cuanto a su incursión en un periplo por el apasionante mundo de la figura humana, "en una búsqueda de formas de estar con uno mismo y frente al otro", la galerista apunta que sus obras versan "acerca de seres que se nos muestran crédulos y candorosos, expectantes más que por ser vistos por observar a quien los mira. Parece que están en un letargo temporal del que sólo saldrán cuando conectemos con sus profundísimas pupilas".
