Salud

El efecto ‘Póntelo, pónselo’ se evapora

Los expertos advierten de una eclosión año tras año de nuevos casos de VIH entre la población joven, que «ha bajado la guardia» para prevenir la enfermedad

el 07 abr 2014 / 21:48 h.

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saludAño 1990. Una arriesgada campaña publicitaria, donde se recomendaba el uso del preservativo a través del eslogan póntelo, pónselo cambia la concepción que hasta ahora había de una enfermedad con muchos tabúes y prejuicios. Curiosamente, el mensaje caló en la población joven, que levantó las barreras necesarias para evitar el contagio. Hasta hubo un momento en el que el ritmo de nuevos afectados por el virus de la inmunodeficiencia humana, conocido por todos como el VIH, fue cero. Pero, 24 años después, la nueva generación de jóvenes «ha bajado la guardia». Al menos en los hospitales se está detectando un repunte. En Sevilla, por ejemplo, se estima la detección de 150 nuevos casos al año. ¿Por qué? ¿Menos información? ¿Menos miedos ante el virus? Juan Antonio Pineda, médico de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital de Valme, tiene su propia teoría, que parte en que el VIH, hoy en día, gracias a los avances médicos y científicos, se puede tratar. Pero el doctor, que estuvo recientemente en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI) de Boston, a la que han asistido 4.000 especialistas en VIH de casi cien países, advierte: «Con el tratamiento nadie se muere, pero el VIH es un problema serio porque te obliga a tomar medicación de por vida y eres fuente de infección para otras personas», dice Pineda. Ya no hay casos como los de lipodistrofia, causado por los fármacos a los primeros pacientes contagiados pro el VIH; pero los efectos adversos «son de por vida». El perfil del paciente ha variado y «ahora son jóvenes de 20 a 30 años, la mayoría homosexuales pero también heterosexuales que no usan métodos de barrera y con nivel cultural medio». Ante ese pico, que define como «eclosión», el doctor Pineda aboga por seguir el modelo que ya se practica en EEUU: el del cribaje de la población general. Sólo hay un pero, que no es otro del coste que supondría para las arcas públicas. De hecho, aunque reconoce que daría beneficios a medio-largo plazo, carece de rentabilidad inicial, porque  supondría un gran desembolso. Por ello, ante la incertidumbre de la disponibilidad económica, tira de recomendaciones y mensajes: cualquier persona que haya tenido comportamiento de riesgo se tiene que hacer la prueba. «Es mejor pecar por exceso en este caso», manifiesta. Las voces de alarma no son nuevas. Ya en 2010, expertos de los tres hospitales sevillanos ya advirtieron del repunte en la población joven, que se produjo a principios del presente siglo, tras haber tocado techo en 1990, con 292 casos en Sevilla. Y es que los médicos coinciden en que los jóvenes tienen «la falsa creencia de que el VIH es curable». El doctor Pineda, arrojó algo de luz sobre este mito:la pastillita que haga desaparecer sin dejar rastro el virus está «muy lejos» de encontrarse. Así refrenda las conclusiones del congreso de Boston, donde se presentaron los últimos avances en investigación. Aunque se están probando varias terapias, como fármacos que pueden sacar el VIH de su reservorio, no se ha dado con el tratamiento que lo erradique o, al menos, permita una cura funcional –que el paciente no necesite medicamentos para controlar la patología– «por mucho que se especule con ello». Sí que se trabaja más en  otra línea: la de una nueva gama de medicamentos que mejoren, ya no tanto su eficacia – el doctor Pineda insiste en que «se ha llegado a un tope difícil de superar»–, sino por los efectos adversos que suponen. Los enfermos que llevan 20 años conviviendo con el VIH y tratándose sufren desde lipodistrofia –deformación física– hasta patologías cardiovasculares y trastornos metabólicos.    Unos daños que los fármacos actuales, por suerte, no generan. También se trató la combinación de VIH conhepatitis C, circunstancia que tiene especial dimensión en España, donde se producía en la mitad de los casos.  «Ha llegado a ser la primera causa de muerte», precisó, Pineda. El tratamiento ha mejorado en efectividad: hace 5 años, con la nueva gama de fármacos, pasó del 40% al 70% de éxito. Y, en Boston, se presentaron una serie de medicamentos casi al 100%, sin efectos adversos y en tiempo récord –de ocho a doce semanas–. El escollo, nuevamente, es el económico. Sólo el tratamiento tradicional cuesta 6.000 euros y los fármacos utilizados anteriormente suponen un coste de 30.000 euros paciente/año. Y el coste de los que están por venir oscila de 50.000 a 100.000 euros. «Utilizarlos de forma masiva supondría la quiebra del sistema sanitario», avisa.Habrá que esperar a la bajada de precios de los medicamentos.

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