Cultura

El error de promocionar lo jondo donde no hace falta

La Junta de Andalucía volverá a programar en Madrid el ciclo Andalucía Flamenca, aunque en formato pequeño. Hay quienes se cuestionan si es o no una buena idea. Foto: David Estrada

el 15 sep 2009 / 19:43 h.

La Junta de Andalucía volverá a programar en Madrid el ciclo Andalucía Flamenca, aunque en formato pequeño. Hay quienes se cuestionan si es o no una buena idea.

La Junta de Andalucía insiste en la promoción del flamenco en la capital de España, como si esto hiciera ninguna falta. Es como promocionar el jamón de pata negra en Jabugo, el mosto en el Aljarafe o el soul en Nueva Orleans. El ciclo Andalucía Flamenca, creado por Bibiana Aído en 2007 con un presupuesto de cien millones de las antiguas pesetas, regresará el próximo año con una programación marca de la casa y un presupuesto de unos cien mil euros, como informó ayer nuestro periódico. Nunca vamos a criticar al gobierno andaluz por programar flamenco fuera de Andalucía y dar trabajo a nuestros artistas.

Sin embargo, sorprende que gastemos tanto dinero en las estrellas del flamenco para que presuman de lujosos coches y apartamentos en Sanlúcar de Barrameda, y tan poco en investigación, en los festivales de la región y en la promoción de nuevos valores. Esta misma semana hemos recibido la maqueta de un cantaor del Aljarafe sevillano, Manuel Reyes, porque no tiene quien le haga un disco.

¿Qué hace la Agencia del Flamenco por estos cantaores? Con la mitad de lo que ganan al año algunas de las figuras preferidas de la Agencia o la Empresa Pública, como son Javier Barón o Isabel Bayón -por citar sólo a dos- , se podrían grabar muchos discos, editar muchos libros y programar ciclos de formación para aquellos aficionados que todavía creen que el cante jondo lo trajeron los gitanos cuando llegaron a Andalucía hace algunos siglos.

El flamenco convive con los madrileños desde hace más de un siglo y medio, se programa en sus teatros y salas comerciales desde los tiempos del Tío Planeta y Tío José el Granaíno (1850); cuando aquí prohibíamos las saetas, cuarenta años antes las cantaba allí Juan Breva (1880), en una obra dedicada al bandolero Diego Corrientes; el Canario de Álora salía ya en los periódicos de la Villa y Corte como competidor de Juan Breva (1881), cuatro años antes de que fuera asesinado en Sevilla por el celoso padrastro de una cantaora con la que competía en el café de Manuel Rodríguez el Burrero; en el siglo XIX ya se les daban homenajes a nuestros artistas, como ocurrió con la Borriquera, la Coquinera o el Maestro Pérez; y cuando Murió el gran Juan Breva (1918), al que aquí enterramos vivo en más de una ocasión, en el periódico más importante de Madrid le dedicaban casi una de sus cuatro páginas, con un precioso artículo de la gran periodista Matilde Muñoz.

Nos parece plausible la política de la Agencia del Flamenco en lo de apoyar a los festivales del extranjero, como los de Nimes y Mont-de Marsan. Pero lo de promocionar el flamenco en Madrid convirtiéndose en promotora de espectáculos, compitiendo con instituciones y agencias de la capital del país, es un error. Sobre todo, cuando los festivales de nuestros pueblos siguen abandonados, sobreviven con ínfimas ayudas económicas y programa a aficionadas porque no pueden contratar a figuras como Rocío Molina o Miguel Poveda.

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