Así empezó y así acabó el Betis.
Cualquier parecido entre el Betis que no fue capaz de marcar un solo gol a un equipo que hasta ayer no había ganado una sola vez como visitante y el Betis que hacía casi tres tantos por partido y arrollaba a sus rivales no es pura coincidencia, sencillamente es inexistente. Al Betis de Pepe Mel lo han cambiado. No se sabe si han sido las lesiones, el cansancio, las innovaciones tácticas de su entrenador o la aplicación de sus enemigos, que ya saben de qué pie cojea el antiguo líder indiscutible. El caso es que ese conjunto tan poderoso y vertical se ha convertido en una maraña de futbolistas cansados (la gran mayoría) y sin chispa (todos) incapaces de generar las seis o siete ocasiones que como mínimo solía crear antes. El Betis que cayó con el Recre fue igual o más espeso que el Betis que fue goleado en Granada. Esta vez no hubo cuatro mediocentros, pero Mel volvió a desechar la opción de abrir el campo con dos hombres de banda. Hubo uno en la izquierda, Ezequiel (aunque para lo que hizo...), pero por la derecha, nada. Salva Sevilla no pisó la cal ni para sacar de banda y la autopista se le hizo enorme, inabarcable, a Isidoro.
Tras el descanso, Mel rectificó y colocó a Rubén y Pereira delante de los laterales, pero el dibujo no tardó mucho en inclinarse hacia el centro. Todos los hombres de ataque buscaron más el medio que los flancos y el resultado fue cero centros peligrosos al área (casi todos eran de los laterales), un montón de hombres aturullados por el centro y un atasco impropio de un equipo que había marcado 46 goles en 20 jornadas.
