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Cofradías

El fervor eucarístico y la ‘zoidomanía’ comparten protagonismo en el Corpus

El alcalde recibe un auténtico baño de masas en un Corpus más participativo y de mucho calor.

el 23 jun 2011 / 10:50 h.

El Corpus de Sevilla relució ayer más que el sol. Y no sólo porque la mañana eucarística por excelencia nos regalara la visión de estampas antiguas, de otros siglos, como la de la parroquia del Sagrario reconvertida en pinacoteca sacramental al recuperar la tradición de los exornos efímeros de las fachadas de la Catedral . O porque este año la hermandad de la Cena decidiera realzar la efeméride del quinto centenario de la creación de las hermandades sacramentales en Sevilla enviando al Palacio Arzobispal a su buque insignia, el misterio al completo de la última Cena con el apostolado luciendo mantolines bordados. Ni tampoco sólo porque la hermandad de la Sed se propusiera tirar la casa por la ventana y levantar en la cima de la Cuesta del Bacalao durante tres días de arduo trabajo uno de los altares más grandiosos y espectaculares que se han visto jamás en el Corpus por su aparatosidad y magnificiencia (todo el mundo se percató de ello menos el jurado del concurso).

Fue eso, sí, pero también mucho más. Con un Corpus tan alto en el calendario, metido ya en plena estación veraniega y con el termómetro disparado a los 37 grados, no eran pocos los agoreros que vaticinaban una deserción general en las filas de las representaciones de las distintas hermandades. La realidad demostró todo lo contrario. La de ayer, según corroboró el cuerpo de organizadores de la procesión, fue una de las procesiones más nutridas de los últimos tiempos. Hubo bastantes más participantes que el año pasado, tanto es así que la Custodia de Arfe, culmen de la procesión, asomó su gigantesca mole de plata por la Puerta de San Miguel un cuarto de hora más tarde de lo que suele ser habitual, una demora que luego recuperaría a lo largo del recorrido para ingresar de nuevo en la Catedral minutos después del mediodía.

Por unos momentos pareció que la festividad del Corpus -aún sin toldos en el Centro por segundo año consecutivo -recuperaba sus viejos bríos. Por volver hasta regresaron ayer los honores militares al Santísimo, después del paréntesis del año pasado, cuando la entrada en vigor de un nuevo Reglamento de Honores Militares dejó sin la interpretación del Himno Nacional a la Sagrada Custodia. Ayer sí que sonó de nuevo el Himno por parte de la Banda del Ejército.

Casi recién llegado desde Madrid, donde asistió a la reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española , Juan José Asenjo vivió su segundo Corpus como obispo titular de la Archidiócesis y a su derecha se situó el auxiliar, Santiago Gómez Sierra, cuya presencia constituyó una de las escasas novedades de una procesión integrada por nueve pasos y más de 3.000 personas.

Pero, sin duda, uno de los grandes protagonistas de la jornada de ayer fue el nuevo alcalde de la ciudad, Juan Ignacio Zoido, aplaudido y vitoreado de forma continua por el público asistente durante una gran parte del recorrido. Desde que asomó a la Avenida de la Constitución hasta su regreso a la Casa Consistorial una vez culminada la procesión, el regidor se dio un auténtico baño de masas, algo insólito en una procesión de esta solemnidad. Nunca antes un alcalde y una Corporación Municipal habían recibido tantas muestras de cariño, adhesión y calor popular, y eso que ya en los últimos años Zoido había ido decantando a su favor la balanza de los parabienes populares.

A los ojos de quienes aplaudían enfervorizadamente, Zoido parecía la reencarnación del nuevo Mesías de la ciudad. Desde los balcones de las cuatro esquinas de San José, desde las alturas de la librería San Pablo, desde las aceras de la calle Cerrajería, desde las gradas catedralicias... Al nuevo regidor le llovían los aplausos, que brotaban espontáneamente a su paso. Con los guantes apretados en su mano izquierda y con el bastón de mando en su diestra, el nuevo inquilino de la Casa Consistorial trataba de corresponder como podía a tanta efusividad repartiendo, cual torero, besos a diestro y siniestro estampados en sus manos.

Abuelos, jóvenes, niños. Todos querían ayer estrechar la mano del nuevo alcalde, darle la enhorabuena, recibir al menos una mirada de aprobación, fotografiarlo, desearle suerte en este mandato que ahora comienza, saludarle siquiera desde un balcón, grabarlo en el móvil. Tan desbordantes muestras de cariño terminaron por emocionar a Juan Ignacio Zoido, que no pudo reprimir alguna que otra lágrima en su primer y triunfal paseo por este inapelable juicio de la ciudadanía. Qué larga se le debió hacer al alcalde la avenida de la Constitución viéndose incapaz de articular una palabra preso de la emoción. La corriente emocional se transmitió también a algunos de los 20 concejales del PP presentes en la procesión, incluso a su director de comunicación, Santiago Martínez Vares. Los más veteranos de la procesión -escoltas, personal de protocolo, ediles- no daban crédito a tan desbordante expresión de afecto y alegría de los ciudadanos.

"Está como Rafael Gordillo, que se sale", le grita una señora a Zoido desde un acera. "¡Acuérdate de los viejos y dale la paga más grande!", "Que tengas mucha suerte" o "Esto es un alcalde" son sólo algunos de los comentarios que surgían espontáneamente a diestro y siniestro. Y, puntualmenmte, intercambia alguna palabra con los sevillanos: "Nos han dejado si un duro en la caja, pero lo vamos a conseguir".

Bajo las lonas de la plaza de San Francisco, una ujier ofrece vasos de agua a los concejales en una bandeja para mitigar el calor. En la calle Cerrajería la Policía localizó bien temprano a un grupo de indignados, pero cuando pasa la nueva Corporación Municipal ya no están. Unos metros más adelante, en Cuna, una televisión francesa presente en Sevilla para hacer un reportaje de la festividad eucarística trata de entrevistar en directo al alcalde. Amablemente se les explica que no es el momento. Fernandito, el pequeñín de Zoido, salta a los brazos de su padre en Placentines.

Culminada la procesión, el nuevo alcalde hizo balance de un día que nunca olvidará: agradeció a los sevillanos sus muestras de cariño, recibidas como una "muestra de la responsabilidad" que él y su grupo han asumido. "No podeos defraudar las expectativas que hemos generado".

 

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