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El fútbol español o cómo reírse del muerto en su propio entierro

LA CONTRACRÓNICA. La falta de vergüenza de Gil Manzano es sólo un síntoma más de la falta de vergüenza de quienes dirigen este invento llamado balompié. La Federación y la Liga se han hecho especialistas en agravios.

el 23 feb 2014 / 22:19 h.

Los jugadores del Betis rodean a Gil Manzano tras el penalti del 0-1. Los jugadores del Betis rodean a Gil Manzano tras el penalti del 0-1. La selección española es campeona del mundo, clubes extranjeros pagan auténticas barbaridades por algunos de los mejores futbolistas españoles y la Liga figura entre los campeonatos más potentes del planeta, pero qué lástima y qué vergüenza provocan quienes manejan los hilos de este gigante de proporciones desmesuradas. En realidad da más lástima que vergüenza, porque la pena implica una compasión que no se merecen los que dirigen este invento y se lucran con este invento. Han llevado a tal nivel su capacidad para pervertir la justicia y especializarse en el agravio, su falta de ética y, en definitiva, su sinvergonzonería que el lema de la UEFA, el Respect, parece una broma de pésimo gusto que debe de causar carcajadas en la Federación Española y la Liga de Fútbol Profesional, organismos ambos a los que pertenece el Betis, dicho sea de paso. En uno de los pocos partidos en que los futbolistas verdiblancos se desenvolvieron con la dignidad que les exige su paciente y resignada hinchada, pocos días después de que la LFP perjudicase al Betis para beneficiar al Villarreal porque el Villarreal se ha inventado un homenaje a sí mismo, Jesús Gil Manzano llegó desde Extremadura y se dedicó a reírse de este muerto futbolístico que es el colista de la Liga. Que si no te pito un penalti porque no me da la gana, que si ante la duda de si una falta es dentro o fuera del área elijo la opción que más daño te hace, que si ante otro penalti igual o más claro que el primero también me hago el ciego, que si dejo a tu enemigo sacar una falta diez metros más allá de donde se cometió, que si aumento la inferioridad de mi víctima con una expulsión que hasta el enemigo ve «rigurosa»... A Gil Manzano (internacional desde este año) y sus incompetentes asistentes sólo les faltó recibir el impacto de un objeto, quizá un mechero, quizá un bote de gas lacrimógeno. Y entonces, no lo duden, hablaríamos de cierre fulminante del Villamarín, por si el escarnio no fuese suficiente. El Betis no es la única víctima de los árbitros y tampoco va a descender por su culpa, pero no por eso se puede obviar que los jueces en un partido de fútbol son malos muchas veces y quién sabe si malintencionados a veces. Como sus jefes. Como quienes dirigen el fútbol de este bendito país.

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