La tragedia del 11-M estuvo durante toda la jornada en el recuerdo de los cientos de sanitarios, psicólogos, policías y bomberos desplegados ayer para atender a las víctimas y familiares. Formaban parte de un protocolo de emergencia aprobado tras los atentados terroristas de 2004 que tuvo ayer su trágico estreno.
El recinto ferial de Ifema volvió ayer a cambiar su uso original por el de improvisado tanatorio en el que familiares y amigos asistían consternados a la paulatina llegada de coches fúnebres que, desde primera hora de la tarde, trasladaron los cadáveres de los fallecidos en el accidente.
Unos 80 psicólogos y trabajadores sociales recogían las descripciones de los allegados, localizaban a la posible víctima en la lista de pasajeros y acompañaban al familiar a la idenficación definitiva del cuerpo, que en muchos casos requerirá las pruebas de ADN al hallarse los cuerpos carbonizados. Para ello, unos 120 forenses y agentes de la Policía científica y la Guardia Civil trabajarán en unas labores que pueden prolongarse días. Para ello, Ifema cuenta con una sala de autopsias y reconocimientos, separada del espacio destinado a la atención psicológica de los familiares.
La concentración y la identificación de los cadáveres en casos de grandes catástrofes es uno de los principales requisitos del Protocolo 11-M, desplegado por el Gobierno en coordinación con la comunidad de Madrid y las autoridades judiciales.
El ejecutivo madrileño activó a 230 sanitarios, 170 policías municipales y 70 bomberos, a los que se sumaron 450 policías nacionales y guardias civiles desplegados por el Ministerio de Interior. Diversos Gobiernos regionales como el andaluz, el catalán -que envió un grupo de forenses- y el castellanomanchego -que movilizó varias ambulancias- ofrecieron su colaboración.
Cruz Roja envió equipos humanos y materiales no sólo de Madrid sino desde varias comunidades, así como psicólogos trasladados, además de a Ifema, tanto al aeropuerto de Barajas como al de Gran Canaria, donde unos 350 familiares de los pasajeros se concentraron a la espera de noticias y de un avión fletado por Spanair para trasladarlos hasta Madrid.
La compañía aérea también trasladó a 400 empleados para prestar su ayuda en Madrid y Las Palmas, especialmente formados. Igualmente numeroso fue el despliegue de ambulancias y UVIs móviles, aunque la mayoría no fueron usadas debido al escaso número de supervivientes.
