La presentación de un documento de mediación para limar las diferencias entre sindicatos y compradores es el último cartucho que utilizó el Gobierno de Silvio Berlusconi para tratar de salvar a Alitalia de la quiebra.
El Gobierno italiano presentó ayer a última hora un documento de mediación con objeto de salvar las distancias entre los sindicatos y los futuros compradores de la compañía aérea de bandera Alitalia, para llegar así a un acuerdo con el que evitar la quiebra de la aerolínea.
Los ministro de Trabajo, Maurizio Sacconi, y de Transportes, Altero Matteoli, tenían prevista una última y decisiva reunión oficial con los representantes de los trabajadores de Alitalia y la Compañía Aérea Italiana (CAI), creada por un grupo de 18 empresarios del país dispuestos a comprar la aerolínea por 1.000 millones de euros.
Según los medios de comunicación italianos, el Ejecutivo preparó, durante las numerosas reuniones informales mantenidas a lo largo de la jornada, un documento con el que intentar satisfacer las exigencias de ambas partes, que habían interrumpido las negociaciones el pasado viernes.
Las últimas novedades recogidas por los medios locales aseguraban que la CAI está dispuesta a invertir otros 100 millones de euros que se destinarán a los convenios colectivos de los trabajadores, especialmente para los pilotos, la categoría que más oposición ha mostrado.
El recorte salarial -estimado entre el 30% y el 40%- y la petición de un aumento de las horas de trabajo, especialmente para los pilotos, fue la principal causa que hizo romper las negociaciones.
Antes de ese encuentro, los sindicatos expresaron que otro de los problemas es que consideran insuficiente el plan industrial, mientras el consorcio CAI ya manifestó que no está dispuesto a cambiar nada de este proyecto.
El presidente de la Unión de Pilotos (UP), Massimo Notaro, había reafirmado su oposición a un plan industrial que prevé "una compañía demasiado pequeña con cerca 1.000 despidos entre los pilotos".
El plan industrial presentado por la CAI, según los sindicatos, prevé un recorte superior a los 5.000 puestos anunciados sobre un total de 21.000 trabajadores.
La reunión era decisiva para el futuro de Alitalia, cuya situación se precipitó el pasado sábado cuando el comisario extraordinario de la aerolínea, Augusto Fantozzi, afirmó que "existe el riesgo de que se tengan que anular vuelos debido a las dificultades de provisión de carburante", por la falta de liquidez de la compañía y la exigencia de la firma suministradora de cobrar en efectivo.
Durante el día, tanto en el aeropuerto romano de Fiumicino, como ante la sede del Ministerio de Trabajo, donde se celebraron los coloquios, cientos de trabajadores de Alitalia se manifestaron para pedir respeto a los futuros compradores y firmeza a los sindicatos. Las concentraciones se desarrollaron sin incidentes y sin problemas para el trafico aéreo.
Por otro lado, los pasajeros que se disponían ayer a viajar con Alitalia desde el aeropuerto de Madrid-Barajas se mostraron expectantes ante la posibilidad de que la compañía suspenda algunos de sus vuelos y con la esperanza de que se tome "alguna medida" que afecte lo menos posible a sus planes, sobre todo, a la vuelta de las vacaciones.
