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El gran lujo capea bien el temporal... por ahora

Los hoteles de gran lujo están a verlas venir. Cuando más aprieta la crisis es el momento de hibernar, y como buena época de letargo están aprovechando para reponer fuerzas y vestirse de gala para cuando lleguen mejores tiempos. Obras y reformas conviven ahora con alfombras persas y terciopelo.

el 15 sep 2009 / 22:18 h.

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Los hoteles de gran lujo están a verlas venir. Cuando más aprieta la crisis es el momento de hibernar, y como buena época de letargo están aprovechando para reponer fuerzas y vestirse de gala para cuando lleguen mejores tiempos. Obras y reformas conviven ahora con alfombras persas y terciopelo.

La única excepción es el hotel Colón, que reabrió el martes después de año y medio de obras para una reforma integral. De cualquier modo, los nueve establecimientos de cinco estrellas de Sevilla y provincia también notan cómo la crisis se está empezando a notar en una fórmula que hasta el momento funciona y bien, tanto entre turistas como entre empresas. Así que aprovechan esta coyuntura y los meses de temporada baja para emprender reformas en sus instalaciones. Porque los hoteles de alta categoría de Sevilla -cinco en la capital: el Alfonso XIII, el Barceló Gran Renacimiento, el Meliá Colón, Casa Imperial y EME Fusión, y cuatro en la provincia: la hacienda La Boticaria, la hacienda Benazuza, Casa Carmona y el cortijo Soto Real- se encuentran en una situación cuanto menos de expectación ante el panorama actual.

La hacienda La Boticaria, de Alcalá de Guadaíra, pasó malos momentos a finales de año, cuando se juntaron un retraso en el pago de las nóminas y la amenaza de embargo que pesó sobre parte de sus terrenos, aunque al final todo se arregló para bien. Mientras, han cerrado por obras la hacienda Benazuza y Casa de Carmona, y el Alfonso XIII ha anunciado que el año que viene empieza las suyas. En general, y de momento, el lujo pinta algo más oscuro aunque bien es cierto que el temporal no les ha estallado de manera tan cruda como a otros sectores.

Sin embargo, la respuesta es común cuando se pregunta por los efectos de la crisis en este tipo de establecimientos: dudas sobre el futuro. La sensación es de que por ahora la crisis no afecta, pero que puede empezar a hacerlo en cualquier momento. El problema es que las reservas se confirman cada vez con menos tiempo, por lo que la incertidumbre es la palabra más repetida.

La cuestión es que el negocio de las cinco estrellas tiene dos vertientes. Por un lado está la relación con el cliente directo, que reserva para sus estancias privadas. Por otro están las empresas, que celebran reuniones, eventos o foros en los salones de los hoteles. "La crisis no empezó por el turismo. Hay que recordar que ésta es una crisis que está azotando por encima de todo a la industria y, por ahí, es donde nos salpica a nosotros", confirma el director del hotel Alcora, de San Juan de Aznalfarache, Pedro Hernández, que aunque no pertenece a la categoría superior del sector sí ha sufrido en su establecimiento el miedo al cierre por el concurso de acreedores que afectó a la inmobiliaria Tremon, de la que es filial.

Los trabajadores de este tipo de establecimientos, de momento, están tranquilos. Según Manuel Fernández Algaba, secretario general del sector de Comercio y Hostelería de UGT, "no consta que se estén produciendo despidos hasta el momento, salvo los coyunturales de esta época que siempre se producen en el Benazuza".

Normalidad. La hacienda Benazuza, de Sanlúcar la Mayor, cierra todos los años en invierno la parte de alojamiento y sólo deja abiertos al público sus restaurantes. Este año, no obstante, cerró sus puertas el 22 de noviembre por obras en toda la fontanería del hotel. Según su director, Alejandro Haurie, la reforma es necesaria "porque las tuberías datan de 1992". En cuanto a esta clausura temporal, recalca que "para nada" se trata de un cierre debido a problemas de rentabilidad. "El 1 de abril, antes de Semana Santa, el hotel volverá a estar plenamente en servicio".

Sobre cómo se plantea su vuelta a la primera línea de combate, reconoce que no sabe "cómo va a ir la cosa: febrero es la clave". Tampoco es que esto sea un hecho excepcional, ya que reconoce que "las Navidades y la cuesta de enero siempre paralizan el tema".

Encima empresas y grupos, que suelen plantear sus reservas con hasta seis meses de antelación, "lo hacen ahora con menos tiempo". Lo grave, afirma, "es que hay más reservas para septiembre que para el primer trimestre".

Más crípticos se muestran en el hotel Casa Carmona. Allí, si se llama al teléfono de reservas que aparece en su página web, sólo se puede hablar con el personal de mantenimiento. Ni rastro de la gerencia del establecimiento. Cuando hicieron efectivo el cierre alegaron que "se debe a motivos de reformas en el edificio", hecho que confirma al otro lado del auricular un trabajador que se encuentra en el hotel. Pero esta explicación no convence ni al Ayuntamiento ni a los vecinos de Carmona, que sospechan que detrás de esta maniobra se encuentra la idea de vender el establecimiento, más cuando en las dependencias consistoriales no consta ningún tipo de solicitud de licencia de obras y en la oficina de turismo del municipio no han cesado de recogerse quejas sobre sus instalaciones.

Caso singular. El ejemplo de excepción ahora que muchos hoteles cierran para emprender reformas es el Meliá Colón, que después de un año y medio de obras reabrió el martes. En el hotel se han esmerado a conciencia con una reforma "completa, global en todo a lo que concierne a lo físico, pero no al espíritu de lo que ha sido siempre el hotel Colón", señala su director, Ignacio Prada. De hecho, ha reabierto con aires de más lujo y confort. Han sido meses de trabajo para volver ahora en plena crisis, con lo que todas las miradas están puestas en esta reapertura. "Volvemos para ser el Colón de toda la vida, con respeto por el mal momento económico -sabemos que las cosas no están bien- y con mucha ilusión".

La transformación del hotel ha respetado "su maravillosa cúpula y sus escaleras, pero no ha quedado una pared sin tocar". La prueba de fuego para el hotel fue la reapertura: "El recibir a los primeros clientes ya fue un gran evento para Sevilla y para todos los trabajadores. Empezamos con mucha ilusión porque sabemos que tenemos un toro bravo y ganador", apostilla Prada.

Mientras el Colón abre, otros miran de reojo al mañana. Todos reconocen cierta inquietud, aunque confían atraer a más clientes con las obras que le lavan la cara.

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