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El juez Calatayud culpa a los padres del aumento de la delincuencia

Emilio Calatayud es uno de los jueces más comprometidos en España en materia de menores. El juez alerta del aumento de la delincuencia entre adolescentes y acusa a los padres de tener toda la responsabilidad.

el 15 sep 2009 / 18:25 h.

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Emilio Calatayud es uno de los jueces más comprometidos en España en materia de menores. En repetidas ocasiones han saltado declaraciones suyas a los medios de comunicación, alertando del aumento de la delincuencia entre adolescentes y acusando a la sociedad en general, y a los padres en particular, de esta realidad.

Un niño de dos años quiere meter los dedos en el enchufe. El padre, rápidamente, le pega un cachete. "Niño, pupa". El niño llora, pero aprende la lección. Pasan 30 años. El nieto del anterior personaje hace el mismo amago de meter los dedos en otro enchufe. Su padre lo intenta disuadir: "Comprende que si lo haces podrías ocasionarte lesiones irreversibles". El niño no mete los dedos porque acaba aburrido por el discurso de su progenitor, pero no tiene ninguna razón de peso para no volverlo a hacer.

Mediante esta hipérbole citada en una reciente conferencia en Sevilla, el juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud, culpó a los padres de hoy de no dar a sus hijos una educación rigurosa, algo que relaciona directamente con el aumento de la delincuencia juvenil. Sin embargo, éstos no tienen toda la responsabilidad, "ya que la legislación actual ampara al menor si recibe un cachete". "Se ha llegado al absurdo de que si se le grita o se le pega a un niño se atenta contra la integridad física o psíquica", dijo, citando el artículo 154 del Código Civil.

Pero, según alertó el juez, esto debe completarse con el artículo 155: "Los hijos deben obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad". "Aunque nos da miedo hablar de autoridad, porque nos recuerda a tiempos pasados". Esto ocurre, explicó, por el "complejo de joven democracia". "Los cambios se han sucedido tan rápido que se ha pasado del padre dueño de los hijos al padre esclavo. De a las 10 en casa, a salgo a las 2 de la mañana". Reconoció que antes era más fácil educar a los hijos: "Habría que crear una escuela para padres, porque es difícil serlo".

Calatayud no quiso dar consejos a los padres para que consigan que sus hijos sean ejemplares, sino que citó su decálogo -publicado en su libro Reflexiones de un juez de menores- en el que da, desde la ironía, exhortaciones para "crear delincuentes".

Hay otros dos pilares decisivos en una buena formación de los menores: la escuela y la sociedad. Respecto al primero de ellos, Calatayud alertó de que el 82% de los menores delincuentes presenta fracaso escolar. "Hemos pasado de una escuela autoritaria a una en la que todos somos colegas; hemos eliminado la tarima, ha desaparecido el usted". Además, el juez criticó duramente a los padres que desautorizan a los maestros: "Antes llegaba un niño, decía que le había pegado el profesor y le arreaba también el padre. Ahora expulsan al niño y los padres van en busca y captura del docente".

En materia de menores, sentenció Calatayud, "estamos implicados todos". La sociedad se ha relajado mucho en cuanto a la consideración de ciertos hábitos. "Primero está el consumo de alcohol, que es altamente peligroso: si tomáramos conciencia de ello no habría botellonas". También se refirió a la ingesta de nuevos conceptos de droga: monguis -setas alucinógenas-, pegamento o el líquido de las pilas cuando caducas. Y citó otras conductas, como la grabación de delitos en vídeos ("Me gustaría sentar en el banquillo a Youtube, porque tiene que haber un filtro") o la ludopatía, que afecta al 4,8% de los menores andaluces.

Emilio Calatayud, en su carrera como juez de Menores, que comenzó en 1988, ha juzgado 26 asesinatos, 75 violaciones y otros 15.000 delitos varios. Esta experiencia le permite afirmar que el 80% de los jóvenes que cometen delitos no son delincuentes: "Cuando el chaval tiene un perfil conflictivo, siempre hay una historia detrás; vamos a averiguarla". Si se hace esto, será posible la reinserción de estos menores en la sociedad, para lo que es necesaria la colaboración de todos. Así podrán pasar de ser delincuentes a personas con un futuro prometedor.

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