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El llanero solitario

El presidente elegido con el mayor número de votos de la historia es hoy el peor valorado.

el 20 nov 2011 / 10:30 h.

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12 de octubre de 2011. El Ministerio de Defensa ha decidido poner tierra de por medio entre el jefe del Ejecutivo y los centenares de ciudadanos que se congregan cada año en el desfile militar con motivo del Día de la Hispanidad. En la tribuna de autoridades se sienta José Luis Rodríguez Zapatero. Aunque lejano, se escucha algún que otro silbido y abucheo. El presidente está solo, mantiene la mirada clavada en el infinito. Hace meses que en el cuadrilátero los únicos protagonistas son Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba. El hombre que fue elegido con el mayor número de votos en la historia de la democracia española, es siete años después el presidente peor valorado. Desplazado y arrinconado no sólo por el PP, sino también por su propio partido.En una sociedad acostumbrada a desechar a sus dirigentes como pañuelos usados, Zapatero se encargó de surtirla de munición. Su inesperada victoria en 2004 supuso para millones de españoles una bocanada de aire fresco y una ráfaga de esperanza tras los brutales atentados del 11-M y la controvertida etapa de José María Aznar al frente del Gobierno. Un inmenso capital que no supo gestionar y dilapidó en su segundo y último mandato. Arrastrado por su optimismo compulsivo, el líder leonés se pasó más de dos años negando la crisis, buscando eufemismos que explicaran la recesión de la economía española o el aumento vertiginoso del número de desempleados, y visionando brotes verdes donde sólo había un inmenso barbecho. Todo para terminar por inmolarse el 12 de mayo de 2010. Cuando el abismo parecía el único final, Zapatero compareció en el Congreso de los Diputados, una institución que venera especialmente por ser la residencia de la democracia, y en poco menos de 30 segundos bajó salarios, congeló pensiones y recortó el Estado del Bienestar. Aquel día Rubalcaba empezó a perder estas elecciones y el PSOE comenzó a marginar al líder que una década antes había salvado el partido del ostracismo más absoluto -en esta campaña tan sólo ha participado en tres actos electorales-.
Hoy Zapatero se siente como el llanero solitario, aquel mítico ranger de Texas enmascarado que galopaba para enmendar injusticias. Europeísta convencido, defiende que aquel plan de ajustes fue un acto patriótico con España y la Unión Europea, donde primó el interés general sobre el particular. Patriótico o no, lo cierto es que a corto y medio plazo el legado del quinto presidente español será un país al borde de la quiebra y con casi cinco millones de parados.

Así es la magnitud de esta crisis sin final, que incluso es capaz de oscurecer logros que en otro tiempo hubieran sido inimaginables de conquistar, como el fin de ETA. Cuando la perspectiva histórica así lo permita, la democracia y los españoles reconocerán su decisiva y valiente apuesta por la derrota de la banda terrorista. Sus antecesores lo intentaron, pero ninguno se arriesgó tanto como él. No es su única estrella en el pecho. Las mismas portadas de los más prestigiosos diarios internacionales que hoy ocupa por su desastrosa gestión de la crisis, no hace mucho alababan su éxito en el avance de los derechos sociales. En menos de cuatro años, el Gobierno de Zapatero situó España en una nueva era de modernidad: permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo, aprobó las leyes de Dependencia y de Violencia de Género, desterró el humo de los centros de trabajos y lugares de ocio, agilizó los trámites de divorcio, implantó el carné por puntos que ha evitado miles de muertes en las carreteras, consideró el aborto un derecho de las mujeres, dio luz verde a la norma de reproducción asistida que permite la investigación con células madre, despolitizó la radiotelevisión pública, situó a España en el más estricto respeto al derecho constitucional con la salida de las tropas de Irak y su alianza con la ONU y la vieja Europa... E incluso en su currículum podrá incluir que hizo a la selección española de fútbol campeona del mundo (él era el ministro de Deportes en julio de 2010).

El hombre "honesto, recto e íntegro", como un día lo describió el Rey, votará hoy junto a su mujer, Sonsoles Espinosa, su mayor apoyo en este largo camino. Después su futuro será una incógnita. Tal vez se quede en política y presida algún organismo internacional o quizás vuelva a León y retome su carrera como profesor en la Universidad de Derecho. O incluso tome al fin aquellas clases de Economía que tanto ha necesitado.

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