Cultura

El Lope mira con guasa al pasado en ‘Manual de la buena esposa’

Se trata de una comedia que critica, en clave de humor, a la Sección Femenina. Tras dos años de éxito en Madrid, el montaje llega este puente a Sevilla.

el 04 dic 2013 / 21:04 h.

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15326150Bertol Brecht, que de teatro algo debía saber, afirmó una vez que “el arte, cuando es bueno, es siempre entretenimiento”. Luego las vanguardias que le sucedieron se encargaron, por fortuna, de contestarle que no siempre, que había otras formas de gozar con la experiencia cultural. Bueno. Este es uno de los más jugosos debates artísticos que, aun en pleno siglo XXI, sigue enfrentando a creadores de uno y otro bando. Porque las trincheras no sólo están encalladas en la política.

Desde el regreso de Juan Víctor Rodríguez Yagüe al Teatro Lope de Vega –coincidiendo con el nuevo Gobierno municipal del PP–, el coliseo del 29 mudó su anterior piel, la que le tejió su director precedente, el dramaturgo Antonio Álamo –nombrado por una corporación socialista–. El Lope colgó entonces el vestido de alta costura con serigrafías de Miró para ponerse la bata de cola. Es por ello que la cita que sirve de motor a estas líneas viene tan al caso.

El manual de la buena esposa, que ha estado dos temporadas en el Teatro Lara de Madrid, llega este puente al Lope con funciones hasta el domingo –a las 20.30 horas, excepto el último día, a las 19.30 horas, entradas de cuatro a 21 euros–. Vaya por delante que el espectador que acuda a verla no se va a encontrar con una profunda reflexión sobre el origen del universo, pero sí al menos con una idea bien esbozada: “Pensé que si no somos capaces de reírnos de nuestro pasado no podremos superarlo”, dijo ayer la actriz Mariola Fuentes, una de las tres protagonistas absolutas de la obra junto con Berta Ojea y Concha Delgado.

Ese pasado no es otro que el de las mujeres adscritas a la Sección Femenina entre 1933 y 1977 y, por extensión, a la de toda una generación marcada por el conservadurismo machista propio de la dictadura franquista. “Un día le pregunté a mi madre cómo se preparó para su noche de bodas. Le dijeron únicamente que no se resistiera...”, explica Ana Costa, coautora de la obra, al respecto del resorte que sirvió para comenzar a fraguar esta propuesta escénica.

“Ver todas las reglas, conductas de comportamiento, las barbaridades que se decían para aleccionar impacta y asombra muchísimo, Franco aprovechó la potente red de la SecciónFemenina para adoctrinar a cientos de mujeres”, argumenta también QuinoFalero, director de la obra que ahora llega a Sevilla. Hacer de un relato verídico de represión una “comedia descacharrante donde el espectador no para de reír a carcajadas” –el entrecomillado es de la crítica– no parece una empresa fácil. “Cuando se lo conté a mi madre me preguntó extrañada cómo íbamos a hacer de aquella historia una comedia, algo que una generación recuerda hoy como una tristísima realidad”, rememora Ana Costa. Pero Falero creyó inmediatamente que “había que escarbar ahí, en los momentos hilarantes de aquel absurdo. Aún no hemos hecho la labor de reírnos de aquella época y empieza a ser el tiempo. No debe preocuparnos lo que vayan a decir. Que digan lo que quieran. Fue una época oscura y de mierda”, concluye tajante el también autor de la premiada obra La función por hacer.

El que El manual de la buena esposa se encuentre en plena gira justo cuando el Arzobispado de Granada ha editado el polémico pero muy en serio libro Cásate y sé sumisa da argumentos a sus responsables para pensar que aquel pasado no está enterrado del todo. “Nuestro teatro es un homenaje a todas las generaciones de mujeres que sobrevivieron a aquel periodo y nos han educado”. “Seguro que habrá gente que se ofenda” –pronosticaron ayer– “porque siempre hay quienes continúan negando lo sucedido cambiando si hace falta los libros de texto”.

“El espectáculo funciona, gusta y entretiene a públicos de toda condición y edad”, dijeron para concluir. Estamos, por derecho propio, en el terreno de la comedia, con apellido desternillante. Pero a pesar de la guasa, la retranca del montaje es mayor de lo que parece. Y si alguien no se ríe, que se lo haga mirar.

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