Toros

El Manriqueño corta una oreja del excelente encierro de Cayetano Muñoz

El alumno de la escuela de Camas fue el más solvente de una noche en la que brilló el juego del ganado.

el 12 jul 2013 / 10:07 h.

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Se lidiaron seis erales de Cayetano Muñoz, muy bien presentados y de buen juego en líneas generales, especialmente el boyante y bravo segundo. El tercero, noble, fue más rajado. Resultó algo más áspero el cuarto e inválido el sexto aunque potable. Juan Solís ‘El Manriqueño’, de corinto y oro (Escuela de Camas), oreja y vuelta al ruedo tras petición de trofeo. Samuel Rodríguez, de alter eight y oro (de Cieza), silencio y silencio tras aviso. Fran Trillo, de noche y plata, (Los Palacios), ovación y silencio tras aviso. Juan Solís ‘El Manriqueño’, de corinto y oro (Escuela de Camas), oreja y vuelta al ruedo tras petición de trofeo. Foto: Toromedia Juan Solís ‘El Manriqueño’, de corinto y oro (Escuela de Camas), oreja y vuelta al ruedo tras petición de trofeo. Foto: Toromedia La plaza se llenó en los tendidos de Sol y registró menos afluencia en la sombra. Se notó, para bien, la bajada de temperaturas. Los excesos de la semana pasada dieron paso al equilibrio. Lejos de la exagerada presentación de los erales lidiados en el segundo festejo de promoción, el encierro de anoche sumó la seriedad requerida para la categoría del escenario y el equilibrio necesario para no convertir un festejo de promoción en una prueba de supervivencia. El buen comportamiento de los erales de Cayetano Muñoz, además, puso en bandeja a los chavales una excelente oportunidad que cada uno aprovechó según su leal saber y entender. El único que logró salir medianamente airoso de la prueba fue El Manriqueño, otro chaval formado a la exigente sombra de El Almendro que ha vuelto a levantar el pabellón de la escuela de Camas. Este Manriqueño sembró algunas dudas al comenzar la lidia del primero de la noche, un ejemplar algo bruto en sus inicios que enseñó muy pronto sus enormes posibilidades. Pero Juan Solís supo dominar sus nervios para asentarse progresivamente en una labor de menos a más que convenció a la parroquia. El muchacho encontró el sitio y ya no lo dejó para hilvanar una faena firme y asentada que ganó en calidad a la vez que se serenaba y tomaba confianza. Con la oreja en la mano, El Manriqueño afrontó la lidia del cuarto definitivamente relajado. Ésta vez tuvo que resolver algunos problemas que le planteó un eral que unió a su movilidad algunos defectillos. Pero el aspirante de Villamanrique supo superarlos y estuvo muy cerca de cortar un nuevo trofeo que se escamoteó en el filo de su espada. El cualquier caso, ya tenemos otro rostro que suena en la gran final de la víspera de Santa Ana. El murciano Samuel Rodríguez era el segundo en discordia en este tercer festejo clasificatorio. Alto y corpulento, tuvo la buena o mala suerte de encontrarse con el mejor ejemplar de todo el encierro de Cayetano Muñoz. Fue un segundo de creciente fijeza y prontitud y embestidas rebosantes que enseñó demasiadas carencias de su oponente. Samuel lo intentó con sinceridad y hasta mostró buenas maneras pero acabó siempre descubierto por la boyantía de un novillo que era un auténtico regalo

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