Cofradías

El manto del remedio y una cruz de asidero

LOS PALACIOS. La hermandad del Furraque reparte la gracia en el cenit de una semana soberbia.

el 18 abr 2014 / 17:37 h.

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Fue asomar la figura imponente del Cristo de la Vera Cruz a la luz vespertina del Furraque primaveral y el pueblo entero saberlo: la cruz verdadera tiene al Señor clavado en ella, y en Los Palacios responde a nombre propio: el Cristo de la Curá. Es una talla de Castillo Lastrucci que cumple ahora 75 años y cuya hermandad primitiva también celebra efeméride, pues hace 125 años que se unió a la de la Virgen de la que hoy parece inseparable: María Santísima de los Remedios, una talla anónima del siglo XV que en los versos de Juan Tardío, aquel cura de los pobres, ha sido desde que Villafranca empezó a serlo remedio de todos los males... Imagen Pág.Ssanta_LosPalaciosPrecisamente el cronista oficial de la villa, Antonio Cruzado, publicaba hace unos meses, editado por la hermandad de la que él mismo fue hermano mayor, un libro sobre la sabrosa historia de esta cofradía, cuyas reglas de 1566 constituyen el documento escrito original más antiguo de este municipio del Bajo Guadalquivir. Con crisis o sin ella, la Virgen del Furraque, con una sonrisa como de Mona Lisa sureña, ha extendido siempre su manto remediador hacia todo el pueblo. Y el Cristo de la Vera Cruz ha ofrecido generoso su madero como asidero al que agarrarse en los peores momentos. Pero ayer tarde, en el ecuador de una Semana Mayor que ya ha triunfado sobre la lluvia, según las previsiones meteorológicas, era evidente su ilimitado fervor al comprobar que frente a la capilla de San Sebastián refulgían miles de ojos desbordados de confianza en unos titulares que no son ya de un barrio, sino de un pueblo que los ha hecho suyos a golpe de siglos cómplices. Seguramente la consolidación de su Martes Santo, con Nuestro Padre Jesús Cautivo, ha tenido también su cuota de mérito. José Joaquín Sánchez mandaba a sus costaleros con la pasión contenida de todos los años. Y sus 39 hombres, bajo el novedoso monte de allium morado y bajo la Cruz que emergía al son del himno nacional que le dispensaba su banda propia, ya fuera de la capilla, amaron su trabajadera por las calles cercanas y por los confines del pueblo. Frente a la parroquia del Sagrado Corazón, Cristo y Virgen demostraban sus respectivos carismas como nadando entre un gentío que no claudicaba. María Santísima de los Remedios parecía más santa con el estreno de su nuevo rostrillo, donado por un hermano anónimo. Y no se sabía si por el refuerzo de sus varales, o por el acompasado son de la banda de El Arrabal de Carmona o por el estreno de sus nuevos capataces, los jóvenes hermanos Javier y David Brenes Bernal..., pero su paso marchaba más solemne que nunca, mecido por los costaleros de siempre y por otros que han regresado cual hijos pródigos bajo su Madre. En la Carrera Oficial, la plaza de España bullía de noche cálida y verde pasión. La Reme, como llaman cariñosamente a su Virgen los hermanos más allegados, se alegraba de atravesar el pueblo, de revirar hacia la calle Sacristanes con la noche infinita y el campanario de Santa María la Blanca iluminado, después de que su Hijo hiciera la presentación en un porche abarrotado de sus vecinos devotos y tras un cortejo de nazarenos blanquiverdes que es el más numeroso de la Semana Santa palaciega. En la anchura de la calle Aurora, eran los cofrades del Furraque una hermandad que hacía honor a su nombre, encerrada de sur a norte en la brisa de la noche marismeña, liberada de norte a sur de los miedos a la lluvia de otros años para no recordar... La recta final de la procesión es siempre la de mayor lucimiento y sosiego, la horita larga en que a los penitentes se les esfuma el cansancio y dan gracias, gracias, gracias, como un hosanna en el cielo adelantado a la Resurrección que se filtra por los ojos gloriosos de la Virgen de los Remedios. A las dos de la madrugada, cuando el palio decía adiós a la muchedumbre bajo la luna menguante y saetera, ya olía por las esquinas del Furraque a Gran Poder y a Soledad, que saldrían al amanecer y que están aún en la calle. La Semana Santa palaciega continuará esta tarde de Viernes Santo cuando la hermandad de los Servitas realicen la última estación de penitencia en el pueblo con su Cristo de la Misericordia en el Santo Sepulcro y Nuestra Señora de los Dolores. José María Franco, hermano mayor de esta hermandad, dejará el cargo el mes que viene, después de 11 años consecutivos y 27 perteneciendo a la junta de gobierno, pues se presentarán dos candidaturas a las elecciones para formar la nueva junta de gobierno.

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