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El misterio del mosto

En las bodas de Caná el agua se convirtió en vino para los invitados pero en otras celebraciones, más que milagro hay misterio: las del mosto del Aljarafe, abundante cada año para dar y repartir a pesar de que cientos de urbanizaciones se hayan alzado en el lugar de las antiguas viñas.

el 15 sep 2009 / 18:07 h.

En las bodas de Caná el agua se convirtió en vino para los invitados pero en otras celebraciones, más que milagro hay misterio: las del mosto del Aljarafe, abundante cada año para dar y repartir a pesar de que cientos de urbanizaciones se hayan alzado en el lugar de las antiguas viñas. Gracias a él, desde noviembre y cada fin de semana, se anunciarán las fiestas de esos extraños caldos -salidos de no se sabe donde aunque todo el mundo afirme como autóctonos de pura cepa- que inundarán nuestros bares, tabernas y tascas remedando desde lejos al boujolais nouveau parisino.

Al calor de los festejos, uno tras otro, los alcaldes de la comarca presentarán este misterio gozoso del otoño con las mismas palabras de otras veces- que creen de verdad en él, igual que si se tratara del mismísimo misterio de la Santísima Trinidad, que para eso en el Aljarafe hay sitios que pueden autotitularse "vinateros y arzobispales". Y al día siguiente aparecerán los números del triunfo: veinte, treinta, cuarenta mil visitantes habrán avalado sus bondades.

Serán escasas, sin embargo las referencias a los tonos dorados que el sol viejo pone en el campo mientras camina hacia su nuevo nacimiento, las proporciones de la plaza señorial de Olivares y de la de Umbrete, los dólmenes de Valencina, el mudéjar que inunda Sanlúcar la Mayor, la hermosa estampa del monasterio de Loreto en su llanura y la de esas haciendas, como la de Torrijos, que han sobrevivido, Cuatrovitas almohade, la venerable bodega de Góngora, el palacio de los Guzmanes en su Castilleja...

Todo eso permanecerá invisible para una multitud engolfada en el consumismo y, al parecer, también para las élites que deberían abrir otros horizontes. El misterio del mosto es inexplicable. Que no se vea todo eso, mucho más.

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