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El monstruo del que hablaba Del Nido afila sus garras

El presidente definió así en su día el proyecto que llegó a pelear por el título de Liga confiando en que no pasara factura en el futuro.

el 23 dic 2012 / 21:57 h.

Míchel, Del Nido y Monchi, tras renovar al técnico.

Hemos disfrutado de históricas clasificaciones y de obtención de títulos nacionales e internacionales, conseguidos gracias al empuje de todos y a la brillante gestión que hemos realizado. Espero que la afición sepa comprender que el Sevilla no está obligado a ganar títulos, porque no tiene capacidad para ello; pero sí, al menos mientras yo esté en la presidencia, tendrá la ambición de pelear por las mejores clasificaciones de nuestra historia. Esperemos no haber creado un monstruo que nos pueda pasar factura en un futuro inmediato. Vamos a seguir manteniendo la ambición. Vamos a continuar lanzando mensajes optimistas. Pero no voy a ocultar que nuestras posibilidades en absoluto son equiparables a las de equipos como Real Madrid, Barcelona o Atlético".

Estas palabras fueron pronunciadas por el presidente del Sevilla en la Junta General de Accionistas de 2010 con el sabor del sexto título aún en el paladar. José María del Nido sabía lo que se le podía venir encima, que etapas tan brillantes son prácticamente irrepetibles... Y ese monstruo del que hablaba ha aparecido con las garras más afiladas que nunca.

El Sevilla despide el año situado en el decimocuarto puesto de la clasificación, a cuatro puntos de la zona de descenso. Su objetivo, los puestos de competición continental, quedan al doble de distancia (ocho puntos). Tal como arrancó la temporada, y con el equipo centrado exclusivamente en la Liga, nadie imaginaba que la situación podría ser tan decepcionante y peligrosa a dos jornadas para que finalice la primera vuelta del campeonato.

Un plantel a la baja
Resulta obvio que el nivel de la plantilla ha ido disminuyendo con el paso de los años y que muchas de las inversiones -millonarias, para más inri- no sólo no han dado frutos deportivos sino más bien problemas. Fracasos sonados como la eliminación en la ronda previa de la Liga de Campeones ante el Sporting de Braga o frente al Hannover 96 en la de la Europa League fueron consecuencia de esa pérdida de nivel deportivo, sin olvidar que por primera vez en casi una década esta temporada el cuadro nervionense no disputa competición continental.

En cualquier caso, el nivel actual del plantel no es para estar a cuatro puntos del descenso. La mala racha ha situado a Míchel en el disparadero y su cabeza es la más fácil de cortar. Ni Gregorio Manzano, ni Marcelino ni el actual, técnicos que en su día clasificaron a otros equipos para torneos europeos, han logrado sacar provecho al grupo. ¿Culpa de los técnicos? ¿De los jugadores?

Economía de guerra
La degeneración deportiva mantiene una relación directísima con la económica. Según detalló en la Junta General del pasado día 5 Juan Luis Villanueva, asesor del consejo en esta materia, el Sevilla ha dejado de ingresar casi 40 millones de euros en las dos últimas temporadas, pasando de los 95,6 que obtuvo en la 2009/10 a los 57,6 de la 2011/12, siendo clave la presencia del equipo en competiciones europeas. Entre esto y los gastos, la situación se ha complicado, hasta el punto de que el club reconoce abiertamente que necesita vender futbolistas por valor de unos 16 millones para poder cuadrar las cuentas.

Con este panorama, reforzar el plantel no sólo parece difícil sino más bien una utopía en estos momentos. El propio Míchel ha llegado a decir que, ya que no se pueden pedir fichajes, al menos que no le quiten jugadores en este mercado de invierno.

¿Y ahora qué?
El partido del próximo día 5 contra Osasuna es clave. Todo lo que no sea ganar podría suponer el adiós de Míchel y el inicio de una nueva -e incierta- etapa, ya que difícilmente el consejo soportará la presión de una afición cansada que ya se ha dirigido al palco. Por si fuese poco, justo después llegará Caparrós al Sánchez-Pizjuán, aunque sin nada que hacer en la eliminatoria de Copa. Con todo, su presencia puede echar más leña a un fuego que corre el riesgo de propagarse peligrosamente. Urge reaccionar y plantar cara a ese monstruo con el que el club lucha desde hace tiempo pero que ahora es más voraz que nunca.

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