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El mudo adiós de Bernarda de Utrera

El último paseo de la cantaora por las calles de su pueblo transcurrió en un sepulcral silencio. Ahora reposa en la capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento.

el 29 oct 2009 / 10:56 h.

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La capilla ardiente ha quedado instalada en el Ayuntamiento.
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Ni una despedida masiva ni un adiós a compás, el último paseo de la cantaora Bernarda de Utrera por las calles de su pueblo partió desde su casa, situada en la calle Eduardo Dato, y transcurrió en sepulcral silencio, con los familiares más cercanos acompañando al coche fúnebre.  Un cortejo de unas 25 personas siguieron el tránsito por las céntricas y mudas esquinas de Utrera. Atravesando la popular Vía Marciala y buscando la muy flamenca calle Nueva, todos los que se encontraban con Bernarda le rendían su respeto deteniendo su marcha.

Con llantos ahogados y silentes, dando una severa muestra de admiración, el proceder del coche fúnebre fue especialmente ralentizado cuando atravesó una soleada Avenida de Fernanda y Bernarda. Utrera, por si hiciera falta recordarlo, volvió a enmudecer  ante el paso de la reina de la bulería, una grande del cante que fallecía ayer en su pueblo natal a los 82 años.

En el patio del Ayuntamiento, una representación municipal, encabezada por el alcalde, Francisco Jiménez,  aguardaba la llegada del cortejo. Fue sólo ahí, y por un instante, cuando prendió el primer llanto desgarrado, acaso por la mayor intensidad de los flashes y por la constancia de una evidencia palpable. “Los gitanos de Utrera tenemos algo especial, no te lo sabría explicar, pero somos todos una familia muy especial”, decía Juan Peña, sobrino de Bernarda Jiménez Peña, que constataba orgulloso la seriedad con la que se estaba llevando a cabo el duro momento. “Llorar, lloramos, pero en casa, en la calle tenemos que mostrar el máximo respeto”, apuntó.

Instalado el féretro en el Salón de Plenos , rodeado de coronas (del municipio, de sus sobrinos, de sus nietos, de la Junta y seguían llegando...), a Bernarda de Utrera se la arropó, friolera que siempre fue ella, con el manto de la Virgen de Consolación de Utrera, a la que profesaba una gran devoción.

A primera hora de la mañana, el Ayuntamiento celebró un pleno extraordinario en el que todos los grupos políticos mostraron su admiración por la cantaora e Hija Predilecta de Sevilla. El concejal de Cultura, Francisco Serrano, glosó su trayectoria y el alcalde, Francisco Jiménez, cerró el acto con unas emocionadas palabras.

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