El sevillano Jesús R., 25 años, es graduado en Arquitectura por la Universidad de Sevilla. En los años del boom del ladrillo compaginó las aulas y un puesto de trabajo de su especialidad, pero lo perdió con la llegada de la crisis inmobiliaria. Finalizó y aprobó el proyecto de fin de carrera hace un año, y peregrina desde entonces para tratar de volver al mercado laboral. Tiene dos versiones de su currículum. En una de ellas excluye el hecho de que es arquitecto. "Las empresas de trabajo temporal buscan perfiles más bajos que el mío, y yo ya quiero trabajar de lo que sea", relata.
Un estudio elaborado por el Servicio Andaluz de Empleo con la colaboración de las universidades de la comunidad sobre la situación laboral de los titulados (egresados) de la promoción 2007-2008 -un total de 26.769- revela que el mayor crecimiento del paro registrado en los últimos dos años corresponde a Arquitectura Técnica, ya que, recuerda el informe, la construcción es la actividad que más ha padecido la crisis económica. Sumando todas las disciplinas, un 15% de los universitarios (4.023) permanecían un año después inscritos en las listas del paro.
En concreto, el número de arquitectos técnicos egresados de las universidades andaluzas en la promoción 2006-07 que constan en la lista del SAE como demandantes de empleo se ha triplicado en un año -de septiembre de 2008 a idéntico mes del ejercicio pasado-. Una cuarta parte de los arquitectos, sin ocupación alguna.
La sangría laboral en ese colectivo se produce especialmente al segundo año de haber concluido los estudios -al compás de la agudización de la crisis inmobiliaria-, y ello pese a ser el tercer grupo de universitarios que más ha apostado por el autoempleo dándose de alta como autónomos, tras los odontólogos y podólogos.
Que el mayor crecimiento del desempleo en los egresados de Andalucía aflore en Arquitectura no quiere decir que esta carrera sea la que menor tasa de inserción laboral -es el porcentaje de titulados que encuentra un empleo de al menos tres meses durante el primer año tras concluir los estudios, el primer contacto laboral- arrojara entre las promociones analizadas por ese informe del SAE. Así, entre 106 titulaciones, los peores resultados se revelan en licenciaturas de Humanidades, frente a las que atañen a Salud e Ingeniería -en múltiples ámbitos-, que son las mejor posicionadas.
El promedio de inserción laboral de todas las titulaciones se sitúa en el 66,51%, siendo la más elevada en Ciencias de la Salud (en las carreras largas, como Medicina, del 85,25%, mientras que en las cortas, como Enfermería, se eleva al 89,42%). En el lado opuesto, Humanidades (48,4%) y Magisterio (el 55,4%).
Cara y cruz. El informe habla de los egresados que se encuentran en situación de alta laboral (esto es, cotizando a la Seguridad Social y, por tanto, trabajando) a fecha de 30 de septiembre de 2009, un año después de su salida de las aulas -se trata, pues, de un indicador distinto al de la inserción laboral-. La media es del 57,54%, con Medicina en la cúspide (con un 90,98%) y el suelo en Filología Árabe (16,67%).
Pero si se habla de la situación contraria, de quienes aún no han tenido acceso al mercado laboral, es reseñable que el 42% (esto es, cuatro de cada diez) completó estudios en Ciencias Sociales y Jurídicas, entre los que se incluyen Administración y Dirección de Empresas, Derecho y Psicología, y coinciden con las carreras que más titulados arrojan.
De hecho, hay carreras en las que todos sus egresados han firmado un contrato, pero ojo, hay que tener en cuenta que el número de alumnos es muy pequeño, apenas significativo -algunas no llegan a la veintena de estudiantes-. Es el caso de ingenieros técnicos navales, licenciados en ciencias actuariales y financieras, criminología, radioelectrónica naval, entre otras. Igual ocurre en el caso contrario. Las que más paro tienen es porque apenas hay licenciados en sus especialidades.
129 días o casi cuatro meses. Es el tiempo medio que se tarda en encontrar un empleo, claro que, para el 67,11% de los universitarios, supone desempeñar funciones de una categoría inferior a las que les capacita su formación. Y, como tónica del mercado laboral, nueve de cada diez contratos suscritos son de carácter temporal.
