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El recuerdo más allá de Alberto Jiménez-Becerril

El homenaje a Jiménez-Becerril y su esposa se extiende al resto de víctimas de ETA.  La hermana del concejal asesinado se muestra firme en el homenaje, 13 años después, en la calle Don Remondo: "No perdono a quien no se arrepiente".

el 30 ene 2011 / 18:57 h.

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Un momento del homenaje a Alberto Jiménez Becerril y Ascensión García.

"Ni los asesinos de ETA ni nadie nos quitará el derecho a recordarlos". Teresa Jiménez-Becerril se sujeta al atril como si fuera la primera vez que honra la memoria de su hermano Alberto, que fue concejal hasta que unos pistoleros acabaron con su vida y la de su esposa, Ascensión García, en aquella esquina de la calle Don Remondo. Parece que fue ayer, pero hace 13 años de su muerte. Ocurrió un 30 de enero de 1998 y desde ese triste momento, la familia, la Fundación Jiménez Becerril y el Ayuntamiento se unen cada invierno para, tal y como dijo Teresa, "devolverles la vida que los pistoleros nos quitaron".

Esta vez, no sólo son Alberto y Ascensión los únicos en cobrar vida en el corazón de una ciudad que, como cada año, entregó una corona de laurel con un mensaje que deja claro que Sevilla no os olvida. Tampoco se olvidó del médico Antonio Muñoz Cariñanos, que falleció tras recibir varios tiros a bocajarro en su consulta en 2000. O Donato Calzado, que murió nueve años atrás, al igual que el funcionario de Prisiones Manuel Pérez. Incluso el librero y presidente de la CES, Rafael Padura, que también fue asesinado, aunque en 1984 en el interior de una de sus imprentas. Su condición de víctimas -y sevillanos- los unió en el Muro del Recuerdo, una iniciativa de los alumnos de la Universidad de Sevilla para recordar a las víctimas y que estuvo presente este domingo en la calle Don Remondo, pero sobre todo en la plaza Virgen de los Reyes, pese a una fina lluvia que amagó con empañar el homenaje.

Teresa defendió ese muro, que debe tener como base sólida el derecho de las víctimas a la justicia. Ahí pidió que los asesinos de Alberto y Ascención cumplan íntegramente sus condenas. Pero la también eurodiputada del PP no sólo clamó entre sus recuerdos, sino que añadió a ellos ese punto de rebeldía y crispación por la situación de la banda terrorista. "Que nadie nos obligue a perdonar al que no se arrepiente y que no nos obliguen a aceptar que los terroristas puedan hacer política", reivindicó Teresa, que desechó la idea de un final de ETA sin vencedores ni vencidos, porque "tienen que ganar Alberto y Ascen".

No fue la única en condenar la barbarie etarra. En la misa previa en la Catedral, primero, y en la esquina de Don Remondo, después, el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, condenó el terrorismo "inmoral" e "inhumano" que acabó aquella aciaga noche con la pareja y que, con sus actos, ETA es "una ofensa a todos y al Señor".

En la misa estuvo toda la familia, incluida la madre de Alberto, Teresa. Tampoco faltó el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, el portavoz municipal del PP, Juan Ignacio Zoido, y una nutrida representación de la corporación municipal, entre los que destacaba el delegado de Movilidad, Francisco Fernández. Quien no fue a la misa, como es ya costumbre, fue el teniente de alcalde, Antonio Rodrigo Torrijos, que se incorporó posteriormente al acto de la calle Don Remondo. También acudió la cúpula de los populares, encabezada por el presidente del PP andaluz, Javier Arenas, y la ex alcaldesa de Sevilla Soledad Becerril, que recordó, una vez más, la que fue la peor madrugada de su mandato, cuando tuvo que informar a la familia del trágico desenlace.

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