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El revuelo de las ministras

El revuelo que se ha levantado con el nombramiento de más ministras que ministros ha puesto de manifiesto el machismo latente en la sociedad española. Cierto que tal medida no es nueva en el panorama político español, pues el presidente Chaves en la anterior legislatura...

el 15 sep 2009 / 03:27 h.

El revuelo que se ha levantado con el nombramiento de más ministras que ministros ha puesto de manifiesto el machismo latente en la sociedad española. Cierto que tal medida no es nueva en el panorama político español, pues el presidente Chaves en la anterior legislatura formó gobierno con más consejeras que consejeros, una decisión que reitera en el Ejecutivo recién nombrado. Además, el Parlamento andaluz tiene una presencia paritaria de mujeres y hombres, un dato que no ha sido suficientemente reflejado en los medios de comunicación estatales, como si sólo lo que ocurriera en ese ámbito tiene realmente importancia, tal como ha pasado con el nombramiento de las ministras.

Los comentarios, artículos y chistes que su designación ha provocado en determinados medios de comunicación no dejan más que producir estupor por lo extendido que está el machismo en aquéllos que se erigen en portavoces de la opinión pública. Una aptitud que se ha acrecentado especialmente en lo que respecta a la ministra de Defensa, Carme Chacón, saliendo a relucir su embarazo como otro dato para la crítica, pues esta manifestación de la feminidad pone más en evidencia, a juicio de estos voceros, el sinsentido de un nombramiento al que ven como una provocación. Aunque la joven ministra Bibiana Aido también se ha llevado lo suyo, pues a su condición de mujer une otra no menos peligrosa, la de su juventud; y decimos peligrosa, pues si el ejemplo cunde, los de siempre, los señores que acumulan la experiencia y representan "la sensatez" pueden ser barridos de la actualidad política; y algo de eso ha pasado con las críticas que ha recibido Soraya Saénz de Santamaría en el seno del PP y los medios de comunicación que marcan su agenda política. Y así, bajo la apariencia de una pretendida neutralidad respecto al género, y reiterando que las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, los comentaristas o creadores de opinión han puesto de manifiesto su pensamiento reaccionario frente a cualquier medida que ponga en valor la posición de las mujeres en la sociedad. Y ni que decir de los comentarios que el nuevo Gobierno ha suscitado en líderes mundiales como Berlusconi o Putin, por muy previsibles que pudieran ser sus opiniones al respecto, dado su pensamiento acerca de los derechos humanos. Todo ello pone de manifiesto lo lejos que aún está para las mujeres el día en el que reciban el mismo tratamiento que los hombres.

En el fondo de estos comentarios u opiniones late la idea de que las mujeres son usurpadoras de una posición que en última instancia pertenece a los hombres, que fueron los que la crearon y diseñaron, por lo que su ocupación por las mujeres tiene que darse en unas condiciones que respete sus señas de identidad masculina y asegure el retorno de los que son sus dueños. Por ello, cuando se nombran más mujeres que hombres para desempeñar el cargo de ministras se percibe el peligro de que las cosas puedan cambiar definitivamente, de que las reglas de juego se alteren, y las mujeres invadan ámbitos de poder reservados a ellos. Ya no se trata pues de que algunas tengan cargos de responsabilidad, de que formen parte de un gobierno integrado por hombres, se trata, y éste es el peligro, de que pueden asumir en solitario o con mayoría responsabilidades que a ellos pertenecen.

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