Local

El Salvador ya tiene su rampa

Ya huele a Domingo de Ramos en la Plaza del Salvador. La rampa o "rampla", como la llaman algunos, espera desde ayer las primeras gotas de cera. Cinco años de ausencia por el cierre del templo, convirtió su montaje en un atractivo ritual que acaparó la atención de todos. (Foto: A. Acedo).

el 15 sep 2009 / 00:10 h.

TAGS:

Ya huele a Domingo de Ramos en la Plaza del Salvador. La rampa o "rampla", como la llaman algunos, espera desde ayer las primeras gotas de cera. Cinco años de ausencia por el cierre del templo, convirtió su montaje en un atractivo ritual que acaparó la atención de todos, sobre todo, de los más pequeños que, carrera a carrera, fueron tomando las tablas. Pasión la enfilará esta tarde en su regreso a la antigua colegial.

Histórica jornada la vivida ayer en El Salvador. Pasadas las once de la mañana un camión aparcaba en el centro de la plaza. En su interior: los tablones de una emblemática rampa que ha invernado cinco largos años en un almacén del municipio sevillano de Utrera, propiedad de una familia de la Hermandad del Amor. Pieza a pieza Antonio Mendoza, campanero del Salvador, y sus dos hijos, Antonio y David, fueron sacándola del vehículo. Comenzaba así un simbólico montaje arropado por una auténtica nube de flashes de periodistas y curiosos que inmortalizaban el acto.

"Ya era hora. ¡Qué gusto! La estábamos echando de menos", exclamaba Antonio Mendoza. Para él no se trata de unos simples tablones. El montaje es una de las mejores herencias que le dejó su padre al morir en 1968. "Ahora lo instalo con ayuda de mis hijos", explica mientras no para de supervisar y dirigir los trabajos, aunque, sus hijos, apenas ya necesitan de instrucciones. "Llevo montándola desde que tenía 16 años", resalta David, el más pequeño de los vástagos.

Poco a poco el olor a pintura va impregnando la plaza: "Se ha pintado en gris y se le han hecho unos arreglos". Mendoza padre acuña las patas del armazón. Al parecer, el cajón de obra de la colegial ha pasado factura al adoquinado: "Hay ciertos desniveles. Hemos tenido que acuñarla más que otros años. Pero una vez que se asiente, no se moverá", asegura Antonio hijo. Nada que no pueda solucionarse, sobre todo, si se cuenta con la presencia del nuevo rector del Salvador, Francisco Ortiz.

Con su bendición, los operarios que rematan el templo echan una torta de cemento al borde de la pasarela, mientras un hermano del Amor, Manuel Castro, sentencia: "Esta rampa tiene 30 años y soporta los 2.000 kilos del misterio de la Borriquita. Todos de niño hemos jugado en ella". Quien puede dar fe de ello es Gumersindo Valenzuela, dueño de un puesto ambulante en la esquina de Cuna: "No lo esperaba tan pronto. De pequeño le preguntaba a mi madre: ¿Ya han puesto el tablao?", recuerda con añoranza, mientras señala al balcón que corona el bar La Antigua Bodeguita sobre el que, asegura, que este año retomará su tradición de cantarle una saeta al Cristo del Amor. Su vuelta al templo será en los días 26 y 27.

A la una del mediodía se escucha el último ajuste de tablas. "Ya está lista". El final coincide con la hora de la cerveza. Bullen los bares de enfrente. Y es entonces cuando a la pasarela se le dan otros usos: mesa para las cañas o bien de asiento. Es el caso de Daniel y Luis, estudiantes de Derecho que hacen una sentada sobre las tablas. En La Antigua Bodeguita, Julio Ortega no da abasto mientras explica: "La rampa es la alegría de la plaza. Esta tarde estará llena de niños". Pero no hubo que esperar tanto. La salida del colegio de San Isidoro trajo las primeras carreras y juegos infantiles. Babis y uniformes que esta tarde darán paso a las chaquetas oscuras de los hermanos de Pasión.

  • 1