Cofradías

El Sol, única cofradía que desafía a un Sábado Santo lluvioso

Los Servitas ya decidió no salir ante la lluvia

el 23 abr 2011 / 11:49 h.

Nunca antes el azote de la lluvia había sido tan inmisericorde con la nómina de la Semana Santa. Ni siquiera el desenlace de esta triste e incompleta novela, a la que la meteorología arrancó de cuajo sus capítulos cenitales, se libró del castigo del agua. Ayer, Sábado Santo, hubo nazarenos en la calle, sí, pero casi mejor que no hubieran salido.

El balance de la jornada no puede ser más nefasto. De cinco cofradías, tres suspendieron sus salidas; una, la de La Trinidad, amagó con salir y regresó sobre sus pasos sólo minutos después de que la Basílica de María Auxiliadora abriera sus puertas; y una quinta, la del Sol, la más arrojada de todas, se vio obligada a buscar apresurado refugio en la Catedral sin pasar por Carrera Oficial cuando la lluvia sorprendió al cortejo a la altura de la Plaza del Triunfo.

El día arrancaba en el barrio del Plantinar de la mejor de las maneras posibles. Con renovadas ilusiones, los nazarenos de ruan verde y cola al brazo ponían rumbo a la Catedral a su hora prevista después de que el cabildo de oficiales se reuniera para valorar los pronósticos y acordase, no sin alguna división, sacar la cofradía a la calle. Tres jornadas después, al fin una hermandad rompía esa sucesión de suspensiones que se iniciaba el Jueves Santo al filo de las tres de la tarde en la calle Recaredo. Normal, pues, que la apertura de las puertas de la capilla del Sol fuera recibida con aplausos en la plaza del Aljarafe.Ya en el momento en que la Sacra Conversación asomaba a la calle comenzó a chispear sobre el barrio del Plantinar, abriéndose tímidamente algunos paraguas. Inasequible al desaliento, la cofradía diseñada por José Manuel Bonilla -que este año había introducido algunas variaciones en la estética de su paso de Virgen y en su puesta en escena en un intento por seguir afinando su identidad- continuó su discurrir de manera presurosa hacia el corazón de la ciudad.

Pero poco después de las cuatro de la tarde, cuando el cortejo discurría camino de la Carrera Oficial por la plaza del Triunfo, una intensa lluvia sorprendió a la cofradía, obligándola a buscar refugio en la Catedral. Tras más de cuatro horas bajo las bóvedas catedralicias, la cofradía retornó a su templo por el camino más corto. Esta mismo aguacero fue el que abortó el amago de salida de la hermandad de La Trinidad, que con casi una hora de retraso iniciaba su discurrir hacia la Campana, meta que esperaba alcanzar a su hora acortando su recorrido. Pero todo fue un espejismo. Quince minutos después de que la Cruz de Guía trinitaria se alzase por primera vez entre los naranjos del adoquinado compás de María Auxiliadora, el cortejo del misterio del Decreto retornaba sobre sus pasos. La ilusión fue tan pasajera como la estancia en la calle del único paso que vio la luz del día. Apenas sonó la Marcha Real y a volverse para adentro.

Sólo diez minutos antes de que el cabildo de oficiales de La Trinidad acordara poner en marcha la cofradía camino de la Carrera Oficial, en la calle Siete Dolores de Nuestra Señora la junta de gobierno de Los Servitas decidía por unanimidad suspender su estación de penitencia. La probabilidad de agua era en ese momento del 90% hasta las siete de la tarde.Con la cofradía del Sol refugiada en la Catedral, y el día metido en agua, ya sólo cabía esperar que en San Lorenzo y en la calle Alfonso XII se confirmara oficialmente lo que todo el mundo presagiaba, que el Sábado Santo también quedaba roto por el agua.

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