-Ha pasado toda su vida sembrando méritos a favor de los Derechos Humanos. ¿Qué espera recoger?
-Empecé con Llamamiento a la Conciencia en 1965. Nuestro trabajo ha pasado por diferentes etapas. En los 60 hablábamos de los Derechos Humanos y la protección de la libertad religiosa. Hoy, en una sociedad globalizada en la que las tensiones se han intensificado, uno de los principales retos es mejorar la relación entre el Islam y Occidente.
-En Europa, ¿cuál es el problema al que debemos prestar mayor atención?
-Europa debe aprender a convivir con el multiculturalismo. El mayor problema ahora es la inmigración. Todo el mundo tiene su identidad, pero todos tenemos más de una identidad. Ser de la familia humana implica hacer todo lo posible para mantenerla intacta. Hay mucha gente joven buscando esperanza, futuro. Por eso, no creo que debamos preocuparnos sólo de esta generación, sino también de la próxima.
-La UE debate sobre el velo islámico en la escuela. ¿Cree que su prohibición ayuda a las mujeres a elegir libremente?
-Cuando yo llegué a América, hablaba inglés con acento germano-húngaro. Abría la boca y todo el mundo me preguntaba que de dónde era, que si me gustaba América. Hoy, EEUU es una sociedad multiétnica y yo puedo llevar mi kipá donde quiera. Si crees en la libertad religiosa, entonces los cristianos deberían poder llevar la cruz en público en el sur de Arabia. Cada sociedad en particular tiene que evolucionar para solucionar estos problemas.
-Tras su gira por Oriente Próximo, Bush ha dicho que la paz está cerca. ¿Es posible?
-Oración y esperanza. Hay muchos obstáculos que deben ser superados. La vida es paciencia y perseverancia. La Primera Guerra mundial, la segunda, la Guerra Civil española... Todas las guerras llegan a un fin. Por eso yo creo que el conflicto entre israelíes y palestinos terminará.
-¿Confía en los acuerdos de la Conferencia de Annapolis?
-Son un paso muy importante dentro de un proceso. Allí estaban todas las partes implicadas, hablando sobre el mapa. Cualquiera que sea el acuerdo, debe contar también con la presencia de terceros países.
-¿Es el terrorismo internacional un problema religioso, cultural o político?
-Yo creo en el vive y deja vivir. Pero están esos que son extremistas y no dan ningún valor a su propia vida. Desafortunadamente, el terrorismo internacional es hoy como una gran epidemia, y la respuesta es actuar juntos. Estamos pagando un precio por combatirlo. No es un placer lo que hay que pasar para coger un avión, pero es necesario. Es una cuestión de salvar nuestra libertad. Este terrorismo se basa en el crimen perpetrado en nombre de la religión, y es un mal uso de la religión.
(Lea la entrevista completa en la versión en papel de El Correo de Andalucía).
