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El último Abenhumeya

Por un correo traspapelado de Luis González Tamarit he sabido con retraso que había muerto Rodolfo Gil Grimau. En su vida siempre se resaltaba que era hijo del arabista Rodolfo Gil Benumeya y de Emilia Grimau, hermana del dirigente comunista fusilado por Franco pero se ha hablado muy poco de otras facetas.

el 15 sep 2009 / 10:01 h.

Por un correo traspapelado de Luis González Tamarit he sabido con retraso que había muerto Rodolfo Gil Grimau. En su vida siempre se resaltaba que era hijo del arabista Rodolfo Gil Benumeya y de Emilia Grimau, hermana del dirigente comunista fusilado por Franco pero se ha hablado muy poco de otras facetas. Sólo un libro suyo, el Repertorio Bibliográfico sobre Marruecos, recogiendo cuanto se ha publicado sobre el Norte de África, bastaría para un debido homenaje pero hay otra obra imperecedera, la de su papel en pro de la cooperación entre Andalucía y Marruecos desde sus años en el Centro Español de Tetuán antes de que el Cervantes existiera.

Tamarit, que ha sido -aunque tampoco se diga- el poste andaluz de esa corriente, recordaba en su misiva cómo todo empezó en 1988 cuando a Rodolfo se le ocurrió un congreso de Historia Medieval e invitó a la Junta de Andalucía, comenzando a formar el haz de relaciones de todo tipo que ahora nos parecen tan normales y consuetudinarias. Hizo mucho y, sobre todo, logró crear un clima de simpatía hacia Andalucía que no decayó ni siquiera en los días del incidente de la isla de Peregil. Chateaubriand escribió El último Abencerraje, novela sobre un descendiente de esos nobles granadinos que, afincado en Túnez, recordaba el pasado. Rodolfo Gil Grimau no lloraba el pasdo; fue, en carne y hueso, el último Abehumeya. Y soñaba el futuro.

Escritor e historiador

antonio_zoido@hotmail.com

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