Cofradías

«El único consuelo que me quedaba era amortajarme con la túnica»

Concha Delgado-Roig se estrenará a sus 70 años como nazarena del Silencio

el 02 feb 2011 / 21:10 h.

Nunca antes había vestido una túnica. A sus 70 años, Concha Delgado-Roig estrenará sensaciones de ruan acompañando la próxima Madrugá al Dulcísimo Nazareno de San Antonio Abad y a la Virgen de la Concepción por las calles de Sevilla. "Estoy muy emocionada. Siempre ha sido la mayor ilusión de mi vida", comentaba ayer con un timbre de voz especial nada más conocer la buena nueva de la promulgación del decreto arzobispal que le iguala en derechos a sus hermanos varones del Silencio.

 

Hija y hermana de hermanos mayores de la cofradía, Concha había perdido ya casi toda esperanza de pisar el atrio de San Antonio Abad vestida de nazarena la noche del Jueves Santo. "El único consuelo que me quedaba a estas alturas era que me amortajasen con la túnica del Silencio, y así se lo había expresado a mis hijos. Aunque nunca había salido de nazarena, tenía esa ilusión".

 

Ahora, aunque a una "edad bastante respetable", según asegura ella misma, Concha va a poder experimentar en carne propia "lo que siempre había vivido en casa con mi padre, mi hermano y mis tres hijos".

 

"Ante todo, lo que me llama a salir de nazarena es la devoción a las imágenes. Cierto es que la Madrugá tiene un cierto halo de misterio y más aún si se trata de salir en la Madre y Maestra de las cofradías sevillanas. No sé, la verdad es que me parece algo maravilloso, pero comprendo que será exactamente igual lo que puedas sentir en otras hermandades", señala con la mente puesta ya en la madrugada del Viernes Santo.

 

Concha es tan antigua en la nómina de la hermandad del Silencio como revela su carné de identidad. El Nazareno de Francisco de Ocampo que porta la cruz al revés y la dolorosa de Sebastián Santos que procesiona sobre un majestuoso altar de plata de inspiración veneciana han sido siempre las únicas imágenes de su devoción. "No soy hermana de ninguna otra cofradía" y por eso nunca antes había salido de nazarena. "No he tenido la necesidad de salir en otra hermandad".

 

Concha no sabe qué lugar ocupará en la cofradía cuando el próximo 22 de abril se abran las puertas de San Antonio Abad y, un año más, suene con voz antigua la saeta dedicada a la Cruz de Guía del Silencio. "Por mi antigüedad voy a intentar pedir una vara. Ya no tengo edad para llevar un cirio".


De momento, aún no dispone de túnica propia para salir esta Madrugá. "Estaba esperando la noticia para poder confeccionármela", señala.

 

Concha Delgado-Roig será una de las "15 o 20 hermanas" del Silencio que, según las estimaciones de la junta, vistan el hábito nazareno el año en que se derribó el muro de la discriminación en San Antonio Abad.

 

"La concurrencia de las hermanas a la estación de penitencia se regulará por lo que al afecto disponga la autoridad eclesiástica, si inexcusablemente impusiese a la hermandad dicha concurrencia". La regla número 16 de la Archicofradía del Silencio cobra ahora pleno sentido.

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