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El Vacie interminable

Resulta difícil espantar el escepticismo cuando el Ayuntamiento habla de los planes para acabar con el asentamiento chabolista de El Vacie. Tal desconfianza es fruto de los años y años de olvido que ha sufrido este núcleo de población marginal para el que se han diseñado numerosos planes de actuación de todos los colores que, invariablemente, no se han cumplido.

el 15 sep 2009 / 09:56 h.

Resulta difícil espantar el escepticismo cuando el Ayuntamiento habla de los planes para acabar con el asentamiento chabolista de El Vacie. Tal desconfianza es fruto de los años y años de olvido que ha sufrido este núcleo de población marginal para el que se han diseñado numerosos planes de actuación de todos los colores que, invariablemente, no se han cumplido.

Cada nuevo anuncio alumbra una esperanza en el millar de personas que allí malviven en medio de la suciedad y las ratas y entre todos quienes creen que estas condiciones son impropias de una ciudad que se tiene por desarrollada. Y, poco después, el silencio. Nadie vuelve a acordarse de El Vacie si no es por algún suceso, hecho delictivo o trifulca en la que se ven implicados algunos de sus habitantes.

Ahora vuelve a reactivarse el plan para El Vacie que se reactivó en 2007: a finales de septiembre la nueva guardería estará terminada y esta obra constituirá el punto de partida del proyecto integral para acabar con el núcleo chabolista. El ayuntamiento se está tomando en serio el trabajo social en el barrio.

La labor con las familias -dirigida a conseguir su integración sin conflictos en diferentes zonas de la ciudad- continúa, pero nadie se atreve a mentarle la bicha a los sevillanos: no hay hijo de vecino que quiera a una familia chabolista compartiendo su portal, y las autoridades se cuidan muy mucho de hablar de los realojos, cuando en realidad es de lo que se trata. De erradicar El Vacie. Porque en El Vacie, en las condiciones de El Vacie, no se puede vivir.

Hay que vivir en cualquier parte de Sevilla en las condiciones de todos los sevillanos, con unos servicios públicos adecuados y bajo la premisa del respeto a las normas de convivencia fundamentales. Es una tarea difícil, no cabe duda, pero el temor a tomar decisiones polémicas no puede ser excusa para que el problema de El Vacie se perpetúe como una grotesca historia de planes incumplidos.

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