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El valor mental del dinero

Siempre me sorprendió el valor de los berlineses para hacer de la restauración de la iglesia del Kaiser Guillermo, en el K-Damm, el icono de la ciudad occidental hasta la caída del muro porque el campanario vanguardista junto a la ruina del viejo templo se construyó...

el 15 sep 2009 / 21:31 h.

Siempre me sorprendió el valor de los berlineses para hacer de la restauración de la iglesia del Kaiser Guillermo, en el K-Damm, el icono de la ciudad occidental hasta la caída del muro porque el campanario vanguardista junto a la ruina del viejo templo se construyó en tiempos de crisis. El Berlín histórico y monumental, ocupado por las fuerzas soviéticas que habían llegado antes, se extendía -con excepción del derruido Reichstag- a partir de la Puerta de Brandemburgo y el bulevar Unter den Linden; hubo que inventarse otro Berlín con personalidad donde no había más que esa iglesia, un zoológico y barriadas periféricas.

La voluntad de acometer aquel proyecto indicaba que, además del valor del dinero que hubiera y que lo aportaría quien lo aportase, había otros valores: imaginación y la idea de una ciudad nueva. Allí, en la capital alemana que renacía tras la II Guerra Mundial -imposible pensar en una crisis mayor- hubo previsión de beneficios de retorno, visión clara de lo que era una inversión que, además de dar trabajo, fuera rentable a largo plazo tanto material como inmaterialmente. Se pensó en vender lo que no tenía precio.

Esa idea es la que parece estar ausente en los proyectos que se han presentado para poder optar al dinero ofrecido por el Gobierno de España a los ayuntamientos con el fin de crear puestos de trabajo que ayuden a paliar la crisis. Mejorar el tráfico creando intercesiones cómodas es, indudablemente, bueno y adecentar los barrios también pero esos proyectos difícilmente generarán riqueza una vez concluidos. No modificarán los atractivos de Sevilla, no la potenciarán en el mundo. Ahí no existe economía que se ramifica en varios sectores. Los billetes, además se su valor facial, pueden tener otros pero ésos no están en el Banco de España sino en la mente.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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