Está teniendo lugar en estos días el proceso para la elección de rector de la Universidad de Sevilla, entidad suficientemente importante como para sopesar bien por parte del Claustro quién debe dirigirla.
Se trata de "la prestación de servicio público de educación superior, mediante el estudio, la docencia y la investigación, así como la generación, desarrollo y difusión del conocimiento al servicio de la sociedad y de la ciudadanía", según consta en el primer artículo de su Estatuto. La producción de actividades culturales, las relaciones institucionales, la colaboración al entramado urbano (mediante diversos campus, definidos no hace mucho tiempo) o la consideración de gran empresa (casi 400 millones de presupuesto en 2007) son otros elementos a tener en cuenta. Es necesario, por tanto, un rector con experiencia, que conozca bien la Universidad actual y afronte los retos y oportunidades inmediatos, principalmente dos: el desarrollo estatutario, mediante Reglamentos y, sobre todo, la adaptación al Nuevo Espacio Europeo de Educación Superior, sistema cuyas primeras medidas ya han comenzado.
Igualmente es menester que esté acompañado de un buen equipo (Secretaría General, gerente, vicerrectores?), que se encargue de gestionar distintas secciones y, a la vez, integre el Consejo de Dirección para asistir al rector en sus funciones. Es decir, un grupo conocedor de problemas y necesidades, que proporcione experiencias para las mejores soluciones y, claro está, aporte también iniciativas y medidas innovadoras, que sobrepasen el día a día. Por ejemplo, la creación reciente de la Fundación Universitaria de Investigación o el Centro de Formación Permanente.
Catedrático de Geografía Regional en la Universidad de Sevilla
