"Lo esperamos y lo deseamos, porque creemos en él, porque creemos en este proyecto a tres años. Y si ya empezamos a cosechar los objetivos desde el principio, no tenemos más que dar la razón al entrenador y a la plantilla. De todas formas, el ejercicio no ha acabado. No están aún los objetivos, pero estamos en el camino. Lo importante es tenerlo claro. Y siempre lo hemos tenido claro. Ya decía que no era justo que el entrenador soportara tanta presión. Antes de jugar contra el Betis ya existían las conversaciones en tono afirmativo por ambas partes. Siempre hemos tenido clara nuestra opinión al margen de las opiniones de la prensa o de la afición. Tenemos criterio y el tiempo nos está dando la razón". Después de asistir al subidón que para el sevillismo ha supuesto seguir adelante en la Europa League a costa del Betis, de ver que el equipo tiene encarrilada su clasificación para la próxima edición del torneo continental y, sobre todo, de escuchar estas palabras de José Castro, Unai Emery puede respirar tranquilo. Mal, muy mal tendría que hacerlo de aquí a final de temporada para no seguir al frente del Sevilla. Así es el fútbol. Hace muy poco el técnico parecía tener un pie fuera del Sevilla. La derrota por 0-2 ante el Betis se lo dejó en el aire. Entre eso, las dudas surgidas por la irregularidad del equipo y la sombra de Joaquín Caparrós le tenían contra las cuerdas. Pero Emery ha sabido enderezar el rumbo cuando más falta hacía, a él y al Sevilla. A 26 de marzo, Emery ha superado las cuatro pruebas para seguir al frente de la nave: el Sevilla es quinto y saca 10 puntos al octavo clasificado, lo que deja el pase a la Europa League a tiro de piedra; salió vencedor del partido de Liga contra el Betis y, sobre todo, de la eliminatoria europea; el equipo, como bien dice él, ha aprendido a competir, a no acusar tanto su falta de ensamblaje tras los numerosos cambios y circunstancias vividas desde el pasado verano, y se pudo ver ante el Madrid; y, para que nada falte, la afición es feliz, disfruta y se siente orgullosa de un Sevilla que llegó a estar último y ahora incluso sueña con alcanzar la Champions, pese a estar algo lejos. Cuatro pruebas que todo entrenador que se precie en Nervión debe afrontar y que Emery, a día de hoy, ha superado. Sólo una auténtica debacle y un mal clima podrían cambiar su destino. Y su destino no es otro que seguir al frente del Sevilla porque así lo ha decidido el club y así se lo ha ganado el técnico de Hondarribia.
