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En Cádiz no conocen la prisa

En una época en la que todo el mundo corre, el chiclanero parece decirnos: despacito, calma, saboreemos el momento.

el 23 sep 2012 / 07:27 h.

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Hacía algunos años que no veía a Antonio Reyes, y me gustó comprobar que su cante ha adquirido clase y sabiduría al tiempo que ha conservado una de las características de sus inicios: es una voz que rítmicamente tiende a tirar el tempo hacia atrás. En una época en la que todo el mundo corre, sobre todo los periodistas yendo como locos de un lado para otro y enviando reseñas sin coger resuello, el chiclanero parece decirnos: despacito, calma, saboreemos el momento.

Ya fuera en la soleá, en la que buceó en el fichero por la T de Talega y de Tomás, como por tangos y bulerías, prefirió sacrificar un poco la ligazón del cante antes que meter el turbo, y para ello contó con el buen oficio de un inspirado Diego Amaya. 

Por no alejarse mucho de la orilla atlántica, Eli Parrilla empezó haciendo la habanera de Carlos Cano y siguió por alegrías -mejor con la bata de cola que con el mantón-, antes de bailarse un poquito de Concierto de Aranjuez. Tras la de Paradas, la roteña Manuela Cordero, con el virtuoso Antonio Carrión a la bajañí, demostró su conocida fuerza interpretativa. Notable saetera, optó esta vez por cantiñas, seguiriyas y bulerías. 

Lamentamos no poder contar en la actuación de El Junco, a quien tenía previsto cantarle nada menos que Juan José Amador: las rotativas son estrictas y las noches de la Bienal se alargan demasiado. O nosotros tenemos demasiada prisa. 

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