Cultura

«En el ruido del mundo es difícil conocer a los excluidos de la fiesta»

José Carlos Rosales matiene intacta su vocación poética y su afán por no repetirse. Ahora, la colección Vandalia publica su nueva entrega, 'Y el aire de los mapas'

el 29 sep 2014 / 12:00 h.

16199622 La colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara presenta un otoño de primera para los amantes de la poesía. Y para que no quepan dudas al respecto, arranca con una nueva entrega de José Carlos Rosales (Granada, 1952), autor de larga trayectoria que en Y el aire de los mapas, recién salido de imprenta, reflexiona sobre el viaje y el apartamiento desde diversos ángulos. «Son poemas que recogen lo que sienten y piensan los excluidos, los desposeídos, los exiliados», afirma. «En el ruido del mundo es difícil conocer el nombre de aquellos que han sido excluidos de la fiesta, que van de país en país sin haber dejado siquiera una huella», prosigue el granadino, a quien no obstante le cuesta hablar de su propia producción porque, ironiza, «vivimos una época en la que las declaraciones brillantes las hacen los economistas, los políticos, la gente implicada o imputada en asuntos jurídicos». Por otro lado, Rosales explica antes de entrar en materia que «me parece legítima la actitud de quienes se suben en sus poemas como en una tabla de surf, pero yo no quiero hacer eso. Reconozco, eso sí, que me gustaría que mis poemas llegaran lejos», dice, algo que la óptima distribución de Vandalia permite al menos suponer. Sobre el proceso de escritura de Y el aire de los mapas, el autor comenta que «siempre se empieza queriendo escribir una cosa y se acaba haciendo otra, se trate de poemas, reportajes o de un diagnóstico médico», afirma. «Es algo que me ha pasado a menudo, y me ha terminado convenciendo de que escribir es un acto de conocimiento. Cuando acabas un libro, sabes mucho más de ti de lo que sabías antes de empezar. Sucede lo mismo cuando viajas, y escribir es en cierto modo una forma de viajar. Por eso en la primera página incluyo esa cita que compara la escritura con la búsqueda de las Indias, que termina llevándote a descubrir América». Por otro lado, José Carlos Rosales explica que cada uno de sus libros arranca «con una base documental no visible». «Con el primero, El buzo incorregible, leí mucho sobre buzos. Y para La nieve blanca, sobre la nieve, así como para El desierto, la arena me informé sobre el Cabo de Gata», enumera. Esta vez se trataba de recorrer geografías, reales como imaginarias, cartografiables o soñadas, y hacer partícipe al lector de la aventura. «Me gusta escribir sobre cosas que ya no existen, como los mapas, que han sido sustituidos por Google Earth. O sobre la nieve, ahora que ya no nieva en ninguna parte, o sobre los faros, ahora que han quedado reducidos poco menos que a parques temáticos. He tenido, sí, la suerte de escribir sobre cosas cuando estaban a punto de dejar de existir», agrega el poeta. Asimismo, Rosales cree que en lo formal «libertad y desnudez tienen mucho que ver. La poesía no sería nada sin la realidad, hasta el verso más metafísico del mundo es realista, pero por otra parte lo desnudo está muy sobrecargado de erotismo. Se nos olvida que cuando alguien quiere curarse una herida, con frecuencia se dice: déjala al aire». Sea como fuere, el autor de Y el aire de los mapas, que se jacta de no haber incluido jamás un verbo entre sus títulos, siente que el contenido de este poemario ya no le pertenece. «Auden decía que el autor de un libro es autor el tiempo que dura la escritura del mismo. Luego, pasa a ser un lector más», asevera, para concluir que cada vez le gusta más «la estética minimalista, austera», y la del cine dogma, «fantástica como discurso contra el poder, como intento para desenmascararlo», apostilla el granadino.

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