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Entrar bien en la salida de la crisis

En 2005 la economía española creció un 3,4%, tres veces más que la media europea. Ese año la tasa de desempleo en España fue del 8,5%, pero se creaba empleo a un ritmo interanual del 2,2%. Vivíamos una situación económica muy buena, mejor aún que la del entorno internacional, que no era mala. Tampoco a Extremadura le iba mal...

el 16 sep 2009 / 02:50 h.

En 2005 la economía española creció un 3,4%, tres veces más que la media europea. Ese año la tasa de desempleo en España fue del 8,5%, pero se creaba empleo a un ritmo interanual del 2,2%. Vivíamos una situación económica muy buena, mejor aún que la del entorno internacional, que no era mala. Tampoco a Extremadura le iba mal.

Y es que una importante universidad española preguntó por entonces, a los directivos de las principales empresas del país, cuál creían que era la comunidad autónoma cuya economía había crecido más en el último año. La mayoría respondió que Madrid. Y efectivamente, según el Instituto Nacional de Estadística, fue Madrid la que más creció en el año 2005, un 4% de su Producto Interior Bruto. Pero a los directivos también le preguntaron cuál creían que era la región que menos había crecido. Y respondieron, también mayoritariamente, que seguro que había sido Extremadura.

Aunque los directivos de las principales empresas españolas suelen ser personas muy informadas, se equivocaron en esa ocasión, porque en el año 2005, Extremadura fue la segunda región española que más creció, después de Madrid, con un índice del 3,8%, cuatro décimas más que la media nacional. El estereotipo, el tópico y la ignorancia volvieron a hacer acto de presencia cuando se trata de interpretar la situación de cada territorio de los que conforman España. ¿Por qué se sigue teniendo una idea egocéntrica de la España diversa?

La prensa de ámbito nacional sigue comportándose, en su tarea informativa, como si aquí no hubiera pasado nada cuando, gracias al pacto institucional de mediados de los años setenta, los españoles apostamos por el pluralismo político para ser democráticos y por la descentralización para ser diversos y más eficaces. A esa prensa sólo le importa el pluralismo, pero ignora las ventajas de la descentralización. Para ella, España sigue siendo Madrid y algo de Cataluña. No resulta extraño que una prensa con esa visión de la realidad y con una tecnología obsoleta esté pasando por momentos difíciles que, si no se remedia, la llevará a la desaparición, por mucho que los editores se empeñen en solicitar subvenciones gubernamentales, a imagen y semejanza de lo que hacen entidades financieras o fabricantes de coches.

Ocurre que los editores de periódicos no fabrican dinero o vehículos a motor, sino cultura y sucede que las nuevas generaciones han aprendido a obtener información de una forma diferente a como se venía obteniendo hasta ahora. Por traer a cuento a los Tres Mosqueteros, durante muchos siglos, la información la proporcionaban todos para uno, es decir, decenas y decenas de monjes amanuenses haciendo filigranas para escribir el saber de la historia y de la época y transmitírselo a uno sólo, al Príncipe, que era el único que sabía leer.

Posteriormente, con la invención de la imprenta y, más adelante, con la aparición de los modernos medios de comunicación, periódicos, radios y televisión, se pasó del todos para uno al uno para todos, de tal manera, que un locutor o un periodista transmitían la información o el comentario a millones de personas. Estamos en el momento del todos para todos una vez que apareció Internet y se globalizó, poniéndolo al alcance de todos los ciudadanos, hasta el punto de que, teóricamente, seis mil millones de seres humanos informan y reciben información de seis mil millones de seres humanos.

Esa eventualidad, transformada en realidad si rebajamos la cifra, ha provocado un cambio en la forma de recibir y entender la noticia que ya no puede limitarse ni al todos para uno ni al uno para todos, por la sencilla razón de que el cerebro de los nuevos informados ha dejado de actuar pasivamente, para convertirse en un órgano activo que recibe información de una misma noticia desde distintas fuentes, sin otorgar al periodista el papel de profesional exclusivo y excluyente de la tarea de informar y que, además, no sólo se resigna a recibir información múltiple, instantánea y verificable por otras fuentes, sino que se convierte él mismo en informante, en un juego de toma y daca que no tiene fin y que un periódico impreso jamás podrá realizar. Y no podrá hacerlo, porque la tecnología de que se vale está obsoleta y anticuada.

Es necesario entender, y cuanto antes se haga mejor, que las generaciones que se están formando alrededor de las Tecnologías de la Información y el Conocimiento, son generaciones digitales y que tan absurdo es pretender enseñarles en las escuelas, institutos y universidades con métodos analógicos, como querer que la información les llegue por esa misma analogía que a ellos ya no les interesa. Cuando se dicen estas cosas, hay personas que se quedan mirando al cacharro, al aparato, al ordenador... sacralizando o rechazando el aparato.

Cuando se inventó la máquina de vapor nadie se distrajo mirando el funcionamiento de la máquina, sino que se filosofó y teorizó sobre los efectos que en la sociedad iba a producir la aparición de lo que se conoció como Revolución Industrial. De eso es de lo que se trata ahora, de analizar, filosofar y teorizar sobre los efectos que la aparición de las nuevas tecnologías está suponiendo en la conformación de una nueva sociedad en la que los ritmos, las distancias y los tiempos ya no son como lo han sido siempre. Por eso me ha parecido fundamental la apuesta de José Luis Rodríguez Zapatero, prometiendo un ordenador personal para los alumnos de quinto de Primaria a partir del mes de septiembre próximo. Eso es entrar con una magnifica visión de futuro en la salida de la crisis.

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