Local

Epulón y Lázaro

Entre las lecturas que más han influido a nuestros gobernantes socialistas están las Sagradas Escrituras, que debieron dejar más marca en sus atormentadas almas que las posteriores de Marx, Feuerbach o Engels...

el 16 sep 2009 / 07:36 h.

TAGS:

Entre las lecturas que más han influido a nuestros gobernantes socialistas están las Sagradas Escrituras, que debieron dejar más marca en sus atormentadas almas que las posteriores de Marx, Feuerbach o Engels, ya que en su concepción de la sociedad ha pervivido más la contraposición de ricos y pobres que la de individuo y sociedad. De esa manera se explica que dos ministros, dos, hayan arremetido estos días contra los ricos, para sacarles los impuestos, o contra la banca, institución-refugio de los ricos, para culparla de la crisis que nos está rodeando.

Lo más lógico para un alma maniqueísta pura, consecuencia de la ignorancia ideológica, es confrontar al rico con el pobre, argüir que éste necesita ayuda y concluir que lo mejor es quitarle el dinero al rico friéndolo a impuestos, como ha querido poner Blanco sobre negro. Es la teoría no enunciada pero sí puesta en práctica por los asalta-caminos. Hubo alguno bueno, pero la mayoría se inspiró más en los siete niños de Écija que en los siete sabios de Grecia. Y así ha errado el Blanco.

Cuando este planteamiento se hace colectivo, la banca con mayúsculas, representada por un bombín y un paraguas, es la única que debe asumir, contritamente, la responsabilidad de la crisis que nos azota. Esto, al menos es lo que dice Corbacho, que a estas alturas ya no distingo si es el de los trajes de colores llamativos que sale con Buenafuente, porque las ayudas a la banca las ha dado el propio Gobierno.

La parábola de Epulón y Lázaro, contada por Jesús hace dos mil años, supongo que estaba adaptada a los conocimientos de la época, y permitía resumir en dos nombres -uno de ellos propiamente un adjetivo?una visión simplista del mundo adecuada a una ignorancia de la que ahora Corbacho es digno continuador. Es una pena que el conocimiento que esgrimen nuestros ministros de las Sagradas Escrituras se haya quedado en sólo una parte del Nuevo Testamento. Si hubiesen leído el Antiguo habrían conocido a José y las vacas de Egipto, y así podrían echarle ahora la culpa a Aznar.

  • 1