Cofradías

«Es solo una semana, pero ojalá pudieran ser más»

Traje azul, corbata azul con pintas. Ese fue Zoido ayer desde las ocho de la mañana en que salió de casa hasta que volvió a medianoche. Le queda lo más grande a este juez macareno que lo mismo sentencia con firmeza sobre la Corrala que se emociona hablando de niños.

el 11 abr 2014 / 23:30 h.

El alcalde se pasó por el set de El CorreoTV en el Ayuntamiento y fue entrevistado por la directora de la cadena. / Pepo Herrera El alcalde se pasó por el set de El CorreoTV en el Ayuntamiento y fue entrevistado por la directora de la cadena. / Pepo Herrera Con la expresión cansada de quien no pisa su casa desde las ocho de la mañana (y son ya cerca de las diez de la noche más lo que te rondaré, morena), el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, quiso acercarse por el cabildo municipal para saludar a los espectadores de El Correo TV y responder a las preguntas de la directora de la televisión, Elisabeth Ortega, recuperada in extremis –clínica Santa Isabel mediante– de una afonía severa. Cansancio y convalecencia: dos términos que podían conocer muy bien los espectadores que habían vivido la jornada ante el televisor y no en las calles. Fue a ellos, precisamente, a quienes el alcalde dedicó su saludo más afectuoso, para añadir luego, tras referir su trajín de todo el día visitando hermandades, que «uno se cansa, pero bendito cansancio». Para hoy también tenía previsto madrugar; lo haría, según anunció, como lo hace a diario: «Yo tengo que levantarme todas las mañanas pensando que todos somos iguales ante la ley». Lo decía por el caso de la Corrala Utopía, que también tuvo su hueco en la conversación, y para explicar su postura en contra de la actitud de IU en esta controversia: «No se puede primar bajo ningún concepto al que decide dar la patada en la puerta y no se puede primar al que comete un hecho delictivo». Expresó su «sorpresa porque no se hayan abordado soluciones con carácter previo a la situación que nos hemos encontrado», y aplaudió la decisión de la presidenta de la Junta de Andalucía, a la que volvió a ofrecer su apoyo para un pacto de estabilidad durante el resto de la legislatura. Y aunque no eran temas propiamente cuaresmales ni semanasanteros –al menos, no en sentido estricto–, también quiso Zoido referirse a Altadis («juntos y colaborando se alcanzan los objetivos que esperan y merecen los sevillanos») y al dragado del río («sería una buena oportunidad, pero hay que garantizar previamente la rivera y el regadío», que se podían acometer, dijo, con fondos europeos). Pero además de estos temas que no quiso eludir el alcalde, a preguntas de Ortega, lo cierto es que donde el dirigente popular volcó sus emociones fue en las vivencias cofradieras de la jornada y, en particular, en una muy entrañable para él, y que recomendó vivamente a todos los sevillanos para que no se la pierdan el año que viene: la procesión que organizan los alumnos, profesores y padres del colegio San Pelayo, centro de educación especial, donde «niños con una grave y difícil discapacidad física y mental» organizan una comitiva donde lo ponen todo: desde los costaleros hasta las niñas vestidas de mantilla –y aquí Zoido dejó escapar una sonrisilla de ternura–. «No he visto una dulzura mayor, esos angelitos, padres, familiares, profesores...». Como siempre que tiene ocasión, el alcalde recordó que él es cofrade gracias a sus padres, que lo educaron en la tradición semanasantera y, por lo que hace a su madre, a la devoción macarena. «Supieron enseñarme a vivir la Semana Santa» bajo las dos únicas normas que, a su juicio –y es juez–, deben imprimir siempre la relación del sevillano con sus procesiones de primavera: «el sentido evangélico» de lo que se conmemora, y, junto a ello, los seres queridos. «Yo nunca entendería vivir la Semana Santa sin la devoción de lo que significa y sin la familia y los amigos». «Que pasen una feliz Semana Santa todos los sevillanos, en especial los que están en casa viéndola por vuestra televisión», expresó. Y pese a ese cansancio que arrastraba (más el barrunto de lo que le queda, como se ha dicho), no dudó en afirmar que no hay fatiga real «para quienes somos cofrades», y que es una semana nada más, sí, «pero ojalá pudieran ser más». A partir de ahora y hasta el domingo, como dijo, su labor será despachar al alba con sus delegados y visitar una tras otra todas las hermandades. Sarna con gusto.

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