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Esa luz

Todo el mundo piensa que la Semana Santa de este año 2008 llega muy pronto. Ciertamente, tendríamos que remontarnos varios lustros atrás para encontrar una Semana Santa tan tempranera.

el 15 sep 2009 / 00:50 h.

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Todo el mundo piensa que la Semana Santa de este año 2008 llega muy pronto. Ciertamente, tendríamos que remontarnos varios lustros atrás para encontrar una Semana Santa tan tempranera como la que nos aguarda, precedida de una cuaresma cuyo inicio ha distado justamente un mes de la primera de las Funciones Principales de nuestras cofradías, la dedicada en la festividad de la Epifanía al Señor del Gran Poder. Ante esta tesitura inusual, muchos son los comentarios entre los cofrades acerca de aspectos relacionados con la climatología como el frío que presumiblemente hará en los días santos así que caiga la tarde, o en qué momento se producirá el crepúsculo o la amanecida -en ambos casos más temprano que de costumbre- lo que sin duda proporcionará momentos de belleza singular. Por otro lado, ante esta realidad cronológica, hay quienes piensan, en clave pesimista, que la cuaresma ha sido menor que la de otros años a pesar de haber tenido la misma extensión de siempre. Que esto está empezando a acabarse y que la espera para la próxima Semana Santa será, si cabe, más dura, por larga, que de costumbre.

Pero con independencia de lo que marque el calendario civil -que acredita claramente que la primavera no llegará antes del Viernes Santo- existe en nuestra ciudad otro calendario que invariablemente demuestra que ya está aquí la fiesta sevillana por excelencia. Basta comprobar estos días cómo se ha suavizado el clima, con atardeceres cada vez más cálidos; cómo los naranjos empiezan tímidamente a vestir la botonadura blanca de un nuevo azahar, cómo, en definitiva la ciudad comienza a prepararse para esos días señalados bañándose en esa luz singular que la hace diferente y que provoca en los sevillanos que al salir por las calles y respirar profundamente ese aire tibio nos entren unas ganas inmensas de vivir. Por eso, caiga cuando caiga, este tiempo de vísperas es siempre especial. De ahí que no podemos perder ni un minuto en lamentaciones. Vivamos intensamente la antesala de la Semana Santa y esta misma. No nos importe que el calendario nos diga que estamos en invierno.

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