Cultura

'Escribir es la mejor forma de ver pasar el tiempo'

Andrés Neuman reúne su poesía completa en 'Decada'. "Me faltan tres canas en la barba, dos en las sienes y una en el pubis. Mientras tanto seguimos escribiendo, la mejor forma de ver pasar el tiempo" dice Neuman.

el 15 sep 2009 / 23:49 h.

-En su Argentina se canta que veinte años no es nada. Diez años de poesía, ¿es mucho o poco?

-Para la poesía misma, que es muy paseandera, se recicla en la historia y va a su aire, diez años son apenas un suspiro, una rafaguita, la mitad de nada. Pero para una persona que lee o escribe poesía esos mismos diez años pueden ser un mundo, toda una metamorfosis. Espero que los lectores del libro sientan eso mismo: los cambios de piel.

-¿Le mueve la voluntad de poner orden, o de pasar a limpio?

-Me mueve la voluntad, que ya es bastante.

-Década incluye dos libros inéditos. ¿No le tentó reservárselos e ir dándolos poco a poco?

-La verdad es que no. Lo más justo era que esos dos pequeños regalos, esos bonus tracks inéditos, figurasen aquí en gratitud al editor y a su maravillosa editorial, que se atrevió a publicar un volumen de estas características en los tiempos que corren.

-¿Esta vez sí, se ha librado del engorroso marchamo de joven poeta?

-Casi, casi. Me faltan tres canas en la barba, dos en las sienes y una en el pubis. Mientras tanto seguimos escribiendo, la mejor forma de ver pasar el tiempo.

-Lo digo porque parecía que nunca iba a cumplir los 30. Todo llega.

-Cierto. Literariamente hablando, fue una década que pareció más larga. Como se dio la casualidad de que empecé a publicar más o menos con veinte años, casi todos los libros fueron publicándose con veintipico. A mí eso me daba igual, me parecía algo anecdótico. Pero a los demás no. Se le daba (y se le sigue dando) una importancia para mí incomprensible a los años que tenía. Así que me declaro encantado de haber pasado al interesante gremio de los treinti... No hay nada más irritante (para el autor y para los propios lectores, creo) que la etiqueta facilona de joven para hablar de cosas que no tienen edad, como el arte o la ficción.

-¿Qué cree haber ganado y perdido en el camino?

-Siento que he ganado lo mismo que he perdido. Creo que aprendemos de aquello que perdemos. He perdido certezas, seguridad en mí mismo y sobre todo seres queridos. Y por lo tanto he ganado en asombro, en emociones, en memoria.

-Sonetos, haikus, verso libre... ¿Alguna disciplina poética se le resiste?

-Todas, absolutamente todas. Por eso me empeño tanto. Si no se resistieran, no tendría sentido tratar de aprenderlas.

-Defiende su editor que sus textos son "de verdad". Tratándose de poesía, ¿no sería algo redundante?

-No estoy seguro, habría que preguntárselo al editor de El Acantilado, que por cierto es un erudito en la materia. Quizá se refería a que la poesía que trato de escribir no es una poesía de pose, de esnobismos.

-Si mañana reuniera su prosa completa, ¿haría también purga en ella?

-Por supuesto que habría descartes. Siempre me ha parecido irresponsable eso de "yo no cambiaría nada de lo que hice". Prefiero la autocrítica. Uno hace lo que puede, pero siempre podría hacerlo un poco mejor. En cada una de esas novelas y libros de cuentos puede haber cosas interesantes, pero también otra mejorables. No sé cuál prefiero, depende del día y del humor. Si pienso en mis inicios, me acuerdo de lo feliz que fui escribiendo Bariloche. Si miro hacia lo reciente, estoy contento de algunos de los relatos de Alumbramiento.

-Dicen los escépticos que la poesía no sirve para ligar. ¿Le consta que sus poemas hayan servido alguna vez para eso?

-Una vez, en Córdoba, participé en un experimento que consistía en escribir textos en la calle por encargo de los transeúntes. Varias personas me pidieron poemas de amor para gente a la que en realidad apenas conocían. Una de esas personas, según me informó al año siguiente, se casó con su amor platónico y en la boda leyeron aquel poemita que les hice. Me pareció asombroso.

-Para ganar dinero, ni hablamos, ¿no?

-Bueno, con la poesía pueden ganarse unas monedas, como hacen muchos actores de teatro o los músicos ambulantes. Y yo las siento como las monedas más dignamente ganadas del mundo.

-¿Cómo será Década Dos?

-Como decía Borges cuando quería hacerse el interesante, me complazco en ignorarlo.

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