Cultura

«Escribir poemas sobre la vida en los juzgados es una tarea imposible»

Abogacía y poesía son las dos dedicaciones, aparentemente antagónicas, que se encuentran en el segundo libro del sevillano Francisco Marín Paz, ‘Patrimonio neto’.

el 12 may 2014 / 09:31 h.

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Sevilla, 09/05/2014   Poeta Fran Marin, Francisco Marin Foto: Carlos HernandezDespués de su prometedor debut, Las otras soledades, Francisco Marín Paz regresa a la poesía con un nuevo libro, Patrimonio neto, que se presentará este jueves en La Imprenta. Entre uno y otro han pasado seis años, y no en balde: aunque la editorial es la misma, Point de Lunettes, la voz del sevillano se muestra más madura y, al mismo tiempo, más fresca y desinhibida. Abogado de profesión, este sevillano de 1974 trata de que confluyan en las páginas de Patrimonio neto muchas cosas: «Hay una parte más poética, la más importante del libro, y una un poco más cínica, sobre la vida empresarial. Y todo ello está salpicado de experiencias propias, de lecturas... Hasta que llegó un momento en que me dije, ¿cómo pongo todo esto junto, sin que chirríe?», recuerda. La empresa no era sencilla, pero el resultado final funciona. Marín Paz logra conciliar al señor que cada mañana coge el maletín para citarse con sus clientes y al poeta que se cita en la intimidad, al anochecer, con la página en blanco. «Es como estar partido por dos», confiesa. «Pero de lo que se trataba era de crear belleza a partir de esa ambivalencia. Todo es una excusa para crear algo bello». ¿Tiene tan poco que ver la abogacía con la poesía, o el tabique que las separa es más delgado de lo que parece? El sevillano habla de ello en su libro: «En un momento dado me atrevo a mezclar textos jurídicos con poemas de varios autores, pero la diferencia es grande. A menudo me han pedido que escriba poemas sobre la vida en los juzgados, ¡y eso sí que es una tarea imposible! Pero sí podía hacer algo más sorpresivo, mostrar algunas cosas de un medio que los profesores de literatura ignoran. Son dos vidas distintas, y una puede tapar o socavar a la otra, pero nunca anularla», agrega. El oficialismo literario, del que Marín Paz abomina, tampoco sale bien parado en estas páginas. «No soy un experto, no soy filólogo, pero aplico cosas de sentido común. Como en el mundo del Derecho teórico, los críticos literarios no se ponen nunca de acuerdo. A veces les leemos cosas que son ridiculeces, que mueven a la hilaridad y hasta el sonrojo. La conclusión final es que, seas el más renovador o el más castizo, si triunfas ya te dirán por qué eres bueno», explica el autor. «En el fondo, el libro no quiere ser más que un elogio de la normalidad. Pensar que el escritor puede llegar a ser un tipo sincero, no hace falta ser un alcohólico con una vida muy rara para hacer algo bien». Frente al ruido de los despachos y a las intrigas de los letraheridos, Marín Paz opone otro mundo, el del amor y la vida privada, lo que crea un sugerente contraste. «Trato de contar que tu mundo íntimo, personal, familiar, está al resguardo de todo ese ruido, y que al final es lo más importante que tiene uno. Estar casado y tener hijos es, en principio, algo bastante prosaico, pero hay mucho valor ahí, y no renuncio a expresarlo», indica. En resumen, el propio título Patrimonio neto termina cobrando un significado muy poco técnico: el necesario balance que hace alguien que llega a la edad madura. Marín Paz, que se declara amante de Baudelaire y devoto de Quevedo y Lope de Vega –«los dos genios más genios que ha habido en la historia de la Liteartura», asevera–, cree que «con el tiempo y la edad tienes que darte cuenta de que el éxito y la cuenta de resultados, las religiones oficiales de los ejecutivos, tal vez no sean lo más importante de esta vida. Sin querer ser hipócrita ni engarme a mí mismo, pienso que llegar ser un gran jurista puede hacerte feliz, pero tu verdadero patrimonio son tus vivencias, las cosas sencillas que priman sobre lo que llamamos éxito».

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