El escritor catalán Enrique Vila-Matas afirmó durante la conferencia Escribir junto al Mediterráneo, que inauguró el Itinerario Literario por el Mediterráneo organizado por la Fundación Tres Culturas y la Casa Árabe en el marco de la Feria del Libro de Sevilla, que "escribir únicamente sirve para perder teorías".
Tras las presentación del autor por parte de la escritora y crítica literaria Mercedes Monmany, que definió al autor de Doctor Pasavento como el "maestro moderno de la narrativa" y destacó su "renovado pacto privado de exigencia"; Vila-Matas se sumergió en una ponencia resuelta a modo de relato salpicado por sueños de infancia en un patio de Barcelona, que dibujaban a la ciudad de Nueva York y sus rascacielos como el "centro del mundo".
"Todo lo que he escrito es parte de esa búsqueda del centro del mundo, de ese sentimiento intenso de plenitud y felicidad", indicó el escritor. Sin embargo, tras un viaje a la ciudad de sus sueños, descubrió que la única felicidad posible radicaba en la espera de ese mismo viaje. "Me convertí entonces en un esperador de mi tercer viaje a Nueva York", señaló. En este sentido, afirmó que la "espera no está conforme con nada salvo con el hecho de esperar". "No es la vida lo que amamos, sino el vivir, del mismo modo que no es la espera que lo amamos, sino el esperar", apuntó. Estas reflexiones condujeron al autor hacia la obra de Julian Gracq, para el que la espera "sirve de pretexto para el desplazamiento de la temporalidad". Precisamente, a raíz de la lectura de una obra del escritor francés El mar de las Sirtes, "paradigma de lo que debe de ser la novela de nuestro siglo", elaboró el catalán durante un viaje a Lyon una "teoría de la novela del siglo XXI", basada en seis premisas fundamentales.
Así, Vila-Matas citó la intertextualidad, porque "todo autor debe asumir que lo que escribe ya lo escribió otro posiblemente mejor y que la única innovación reside en el estilo"; la relación con la alta poesía; la primacía del estilo sobre la trama, pues "la trama es una simpleza burguesa", al decir de Nabokov; o la percepción del futuro, en el sentido de que la literatura puede ser un "espejo que se adelanta, que como algunos relojes tiene la capacidad de avanzarse", según manifestó. También debe pretender la novela contemporánea, en su opinión, albergar la conciencia de un paisaje moral y lo que denominó "los fuegos del vanguardismo", según recogió ayer tarde Europa Press.
