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Escultor de animales muertos

En plena refriega entre los animalistas y los taurinos, otros ‘artistas' parecen haber quedado al margen de la polémica: los que disecan. ¿Artesanía o aberración?

el 28 sep 2011 / 05:56 h.

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Lola, una perra bodeguera alegre y vivaracha, pone el contrapunto a este cementerio donde los animales miran fijamente, quietos y en silencio. Búfalos de Zimbabue, osos de Canadá, un mono africano, colmillos de facoceros de Namibia... A estas especies exóticas se une la fauna autóctona, como el ciervo, los toros, los caballos, el zorro, las perdices... "He embalsamado hasta un perro apreciado por su dueño", apunta Francisco Molina (La Rinconada, 1968), experimentado taxidermista con taller en Burguillos.

"Cada animal es distinto", asegura este apasionado de la naturaleza. Molina está terminando un antílope órix de Sudáfrica. Seguirá trabajando con un caracal africano, ese felino hermoso parecido al lince. Su afición por la cacería lo llevó desde su juventud a interesarse por este oficio que no cuenta con escuela alguna. "Mi padre me compró por correspondencia un curso de la jungla. Empecé haciendo pájaros en la cochera de mi casa".

"La piel de un animal es un libro abierto; te dice, por ejemplo, si ha tenido heridas o ha sufrido peleas", explica Paco Molina. Curtir esas pieles, lijar y pulir los cráneos, modelar maniquíes de poliuretano, coser, carpintería para pedestales y soportes... La taxidermia es un trabajo artesanal que exige el dominio de múltiples destrezas manuales. "Todo es un proceso en el que cada paso es importante para el trabajo final", explica. El conocimiento de la anatomía es fundamental, reconocer la musculatura y los huesos de cada animal es lo más importante para dotarlo después de una expresión apropiada y verosímil. "La belleza consiste en el realismo, que se refleje la actitud del animal en ese momento que se quiere representar.

"Tras una temporada junto a otro viejo profesional de Sevilla, este artesano siguió completando su formación de manera autodidacta con libros, revistas e información en general. "En España no hay nada de esto. En Estados Unidos sí hay una industria increíble; un seminario sobre el ojo de un animal puede durar horas."

Muchos de los materiales que emplea se lo debe a la propia experimentación, aunque compra también algunos productos en el extranjero, como los ojos de cristal procedentes de Alemania. Si bien existe alguna entidad a nivel nacional, como la Asociación Nacional de Taxidermistas (Antax), con sede en Madrid, este sector no está estructurado, a juicio de Molina. "Somos cuatro y nos miramos de reojo", asegura este profesional con encargos de toda Andalucía, Madrid, Mérida, Murcia... Paco Molina conoce las formas tradicionales de momificación que se empleaban en los años 60, con materiales como la escayola y el barro. A partir de 200 euros se puede comprar una pieza pequeña disecada. Los precios varían en función del tamaño y el grosor de la piel del animal. Sus clientes suelen ser los propios cazadores.

Molina visita a veces algunos cotos de caza donde ofrece sus servicios directamente. "Los animales los recojo yo tras la cacería." De octubre a febrero es la temporada fuerte de trabajo, cuando hay más caza. "Te tiene que gustar lo que haces, no es un trabajo en serie, tienes que sentirlo también", dice. No está considerada una de las bellas artes, pero se trata de escultura al fin y al cabo. "Estos no son artículos de primera necesidad, la cacería también ha caído, pero voy adelante."

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