Rocío

Esencias rocieras en el sur

Pasadas las ocho de la mañana, la hermandad de Sevilla Sur se ponía en camino acompañada por más de 300 romeros del barrio. En el horizonte, el encuentro con la Virgen del Rocío y la recuperada presentación en Villamanrique.

el 05 jun 2014 / 14:16 h.

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sevilla sur 1 Aguardaba junto a la carreta de plata un grupo de jóvenes peregrinos de Sevilla Sur. Charlaban sobre vivencias de un camino del que, a pesar de contar sus años por cada Rocío, aún le quedaban muchas experiencias por vivir para descubrir la verdadera esencia de unos días que son más que una fiesta o un rezo. Entre risas y recuerdos había algunos ojos que se enrojecían recordando a aquellos que se quedaban atrás. Unas emociones que se iban solapando con los últimos instantes de la misa de romeros que se celebraba en el interior de la parroquia de San Juan de Ávila. Humildad de unos vecinos que 28 años después seguían despidiendo entre palmas y vivas a su Simpecado con el mismo fervor del primer camino. Junto al cancel del templo, Adrián Valenzuela, alcalde de carretas de la hermandad, levantaba la vista por encima de la marea de romeros que llenaba la iglesia. Se notaba inquieto. No obstante suya era la responsabilidad de poner en marcha el inicio de un camino que habría de llevarles al reencuentro de cada año con la Virgen del Rocío. «Antes de que sonara la alarma ya me había despertado esta mañana», reconocía. Acompañado de su hermano José Manuel, también miembros de la junta de gobierno, llegaba hasta la parroquia minutos antes de la misa de romeros. Ya subido en su caballo, y con el Simpecado a punto de salir, comenzaba a caminar con su sombrero, mirada al frente y una mezcla de satisfacción y nerviosismo que a partes iguales le provocaban una sonrisa. Para él, como guía que es de la hermandad por los senderos, era éste un camino muy especial. Después de la experiencia del pasado año, en el que Sevilla Sur retrasó su salida del martes al jueves para acortar los días de la romería, volvían a recuperar el paso por la localidad de Villamanrique. Entonces optaron por rodear el pueblo por el Camino de las Glorias pensando en que acortarían el recorrido, aunque finalmente no fue así. «Por eso volvemos y por que varios hermanos nos lo han pedido», contaba José Manuel Borrego, su hermano mayor. Será esta misma tarde cuando su carreta de plata remonte los siete escalones del porche de la parroquia de la Magdalena, donde les esperará una pequeña representación de la hermandad manriqueña que ya se habrá puesto en camino. No era la única novedad de este año. La hermandad estrenaba unos cubillos de plata, realizados por la orfebrería de Manuel de los Ríos, que servían como base de los cirios que iluminan su Simpecado. No eran unas velas cualquiera. En cada una de ellas va grabada a fuego una historia de hermandad. Tres de ellas pertenecían a los pasos de palio de Santa Genoveva, La Paz y Padre Pío, corporaciones con las que Sevilla Sur guarda una especial vinculación y que fueron entregadas en el transcurso de la reciente función principal. «Son las mismas que iluminaban sus pasos de palio», agradecía un emocionado hermano mayor. En la cuarta, la más reciente de todas, estaba presente todo el pueblo de Sevilla. El delegado de Fiestas Mayores, Gregorio Serrano, fue el encargado de entregarla en la tarde del pasado miércoles como ofrenda del Ayuntamiento de la ciudad. Cuatro cirios llenos de vida que iluminarán las noches de Sevilla Sur bajo un cielo de estrellas rocieras. Emocionado agradecía el gesto José Manuel Borrego. No era lo único que le quebraba la voz. Mientras caminaba con su vara dorada por las calles del Tiro de Línea, con la carreta avanzando a sus espaldas, su pensamiento estaba junto a su madre a la que una operación mantenía ingresada en el hospital. «Cuando lleguemos ante la Virgen pediremos por todos los que se quedan aquí, pero especialmente yo me acordaré de mi madre», explicaba Borrego. Un hermano mayor que también agradecía el «esfuerzo» de sus hermanos para hacer el camino a pesar de todas las dificultades económicas y laborales. Con todo, Sevilla Sur arrancaba su peregrinar hasta la aldea almonteña con unos 300 peregrinos, entre 20 y 25 caballistas y un coro que no dejaba de rezar al son de sevillanas y rumbas. Mari Paz era una de sus componentes. Por castañuelas llevaba dos vieiras que también serían conchas de bautismo en el Quema. Por voz, la devoción atesorada durante años a la Virgen del Rocío. «Claro que se me quiebra la garganta cuando le canto», reconocía en el inicio de un camino muy especial. En Sevilla dejaba a sus hijos y a su nieta, pero con ella iban sus medallas y el cariño de los hermanos que la acompañan. «Aquí siempre vamos corriendo, con prisas, pero en el camino encuentras a gente que no conoces de nada y te sorprenden». Con algunas horas más de camino a sus espaldas, los romeros de Montequinto acompañaban con orgullo al Simpecado de Sevilla Sur. Ellos esperan con ilusión el año en el que la Matriz de Almonte le otorgue el título de filial. Así lo reconocía su prioste, Tomás Díez, que, a pesar de reconocer que «estamos aquí muy a gusto», esperaba el día en el que cruzaran mirada con la Blanca Paloma como una nueva filial sevillana. «Será cuando la Virgen quiera», máxima rociera. Como Tomás, todos los peregrinos de Sevilla Sur guardan una petición en su corazón que hacerle llegar a la Virgen. También motivos por los que darle las gracias. Todos cabían en la inmensidad rociera que une la Plaza de España del Simpecado con el Giraldillo que corona el cielo de plata de su carreta. Oraciones de un barrio en camino que sólo conoce la Blanca Paloma.

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