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¿Esperanza o ilusión?

El entusiasmo suscitado por el triunfo de Obama parece justificado. ¿Puede ese sentimiento popular llamarse esperanza (estado de ánimo que nos presenta como posible lo que deseamos) o ilusión (lo mismo pero sin fundamentos razonables de realización)? Nos parece irrelevante la duda. Ahí va la defensa de esta tesis con cuatro ejemplos y un estrambote...

el 15 sep 2009 / 18:44 h.

El entusiasmo suscitado por el triunfo de Obama parece justificado. ¿Puede ese sentimiento popular llamarse esperanza (estado de ánimo que nos presenta como posible lo que deseamos) o ilusión (lo mismo pero sin fundamentos razonables de realización)? Nos parece irrelevante la duda. Ahí va la defensa de esta tesis con cuatro ejemplos y un estrambote:

En el siglo XIII florece la figura de Francisco de Asís. Se dedica, con sus seguidores, a predicar el Evangelio desde la pobreza total y el amor pleno. Pronto sus ideales se desvirtúan: los minoritas se agrupan en conventos y aceptan vestir, calzar y comer confortablemente. Deja entonces la dirección y, sin cambiar su forma de vivir ni de pensar, obedece al nuevo superior.

Doscientos años después, Juan XXIII, uno de los tres Papas reinantes a la vez, convoca el Concilio de Constanza que aborda la reforma de la Iglesia "en su cabeza y en sus miembros". Se consigue la unidad tan anhelada con el cese de los tres Papas y el nombramiento de Martín V. Mas ese Concilio quema a Hus y a Jerónimo de Praga y, poco después, el Papa siguiente, recupera el poder absoluto, la corrupción absoluta.

¿Quién hubiese podido prever que la libertad, igualdad y fraternidad propugnadas por la Revolución Francesa desembocarían, muy pronto, en la tiranía de Napoleón? Y el fervor que suscitó Kennedy, ¡qué pronto se vio enturbiado por el lamentable episodio de Bahía Cochinos!

Pero, no todo se perdió: siguen existiendo los franciscanos que, en general, llevan una vida ejemplar y el Concilio Vaticano II que convocó nuestro Juan XXIII, también fue torpedeado por los Papas siguientes, pero logró lo que pretendía Roncalli: que un soplo de aire fresco ventilara la Iglesia. Los soldados de Napoleón difundieron los ideales republicanos por los terrenos que iban conquistando. Y se recuerda a Kennedy, pese a todo, como un gran presidente.

¿Esperanza? ¿Ilusión? La adecuación del ideal puro a la grosera realidad conlleva, inexorablemente, dolorosas pérdidas éticas. Pero siempre queda algo. Y el mundo avanza con ello.

Colectivo de profesionales andaluces

vicenteplural@hotmail.es

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