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Felix Baumgartner entra en la historia a 1.173 kilómetros/hora

El austriaco completó su salto desde casi 39.000 metros de altitud y rompió la barrera del sonido.

el 14 oct 2012 / 20:29 h.

Felix Baumgartner, a punto de saltar desde 39.000 metros.
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El deportista austríaco de alto riesgo Felix Baumgartner se convirtió ayer en una leyenda con un salto estratosférico en el que rompió la barrera del sonido y que fue seguido en directo por millones de personas en todo el planeta. Sobre los cielos de Roswell (EEUU), la ciudad a la que dio fama un supuesto incidente con un ovni en 1947, el único extraterrestre que se vio ayer ha sido el austríaco, que saltó al vacío desde una altura de 39.000 metros.

El antiguo instructor de paracaidismo en los comandos de élite del Ejército austríaco y doble de películas de acción de 43 años ha roto tres récords mundiales. Según cálculos que aún deben de ser ratificados, se ha convertido en el primero en superar la velocidad del sonido sin ayuda mecánica, en arrojarse en paracaídas desde el lugar más alto y en subir en globo al punto más alejado de la tierra.

Su principal asesor era el poseedor del récord que no pudo batir, el de más tiempo en caída libre: Joe Kittinger, de 84 años, que se arrojó desde una altura de 31 kilómetros en 1960 cuando era miembro de las Fuerzas Armadas de EEUU. La caída libre de Baumgartner fue de 4:19 minutos, por lo que no pudo romper el récord anterior, de 4:36.

Según los cálculos previos, Baumgartner sobrepasó la velocidad del sonido unos 30 segundos después de iniciar la caída libre, al alcanzar 1.173 kilómetros por hora, para después perder velocidad debido a la mayor densidad de la atmósfera terrestre. En condiciones normales, en la atmósfera la velocidad del sonido es de 1.234 kilómetros por hora, mientras que en la estratosfera se puede alcanzar con unos 1.110 por la menor resistencia del aire.

En total, Baumgartner requirió unos 16 minutos en tocar suelo en un aterrizaje perfecto en paracaídas tras lanzarse al vacío dentro de su traje presurizado, que le protegió de la baja presión y las bajas temperaturas.

Sus récords anteriores, como el salto desde el edificio más alto del planeta, el rascacielos Taipei 101, de 509 metros de altura, y de otros lugares emblemáticos como la estatua de Cristo Redentor en Río de Janeiro, resultan en comparación casi inocentes aventuras sin riesgo. También fue el primero en cruzar el Canal de la Mancha en caída libre ayudado de unas alas de fibra de carbono. Su filosofía se resume en lo que dijo tras completar el salto en Río de Janeiro: "No merece la pena morir en un salto. Pero al menos matarse saltando desde la estatua de Jesús tiene algo de gloria".

Los riesgos del paracaidismo estratosférico tampoco le han atemorizado. Cualquier error a semejante velocidad podría haberle llevado a caer en barrena, lo que le hubiera hecho perder la consciencia o sufrir una hemorragia cerebral.

Desde 1988 ha colaborado con Red Bull, que ha financiado la mayoría de sus aventuras. Bajo ese mecenazgo, un equipo médico y de expertos en ingeniería aeronáutica han desarrollado durante cinco años la Misión Estratos y la cápsula y el traje presurizado que le protegió.

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