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Cultura

Fernando Arrabal: "En mi teatro no se pone el sol"

El escritor afincado en París desde hace 50 años está considerado el único superviviente de los «cuatro avatares de la modernidad», pues formó parte del grupo surrealista, del dada, del pánico y de los fundadores de la patafísica.

el 03 oct 2014 / 13:20 h.

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Fernando Arrabal Irreverente, mordaz, chispeante, provocador, Fernando Arrabal regresa a Sevilla para recoger en los Reales Alcázares el premio de las Letras Andaluzas Elio Antonio de Nebrija, otorgado por la Asociación Colegial de Escritores de Andalucía. Antes de esta cita, el autor de Fando y Lis y de Carta al general Franco quiso fotografiarse en las calles de la capital hispalense, «donde está la verdad», se mostró coqueto con las muchachas, recordó los lugares que visitara en otras ocasiones con su amigo Morante de la Puebla e incorporó dos nuevas piezas a su colección de 327 gafas. -¿Le falta algún premio por obtener, o ya los tiene todos? -Los premios son fantásticos, porque los escritores estamos en las catacumbas, ¡peor, en las bodegas!, así que cuando nos dan uno, es como si se lo dieran a todos los colegas. A mí me los han dado todos, y lo que te rondaré morena. En las ceremonias de entrega me comporto siempre de un modo muy presumido, pero luego almaceno todos los galardones en el váter, que es el sitio de mayor circulación de la casa. -En el instituto estudiamos Pic-nic como «la obra del dramaturgo español más representado en el mundo». Usted, por lo que se ve, no conoce la crisis. -Se ve que tuvo usted un buen profesor. Yo creo que vivimos un momento extraordinario. Ahora todo el mundo se queja, ¡esto va muy mal, y la cultura peor! Pero qué hostias, ni qué niño muerto, siempre se ha dicho esto. Quevedo ve lo que está pasando a su alrededor, y escribe Miré los muros de la patria mía... ¡Y con él estaban Cervantes, y Lope, y Góngora, y Tirso, y tutti quanti! Era el Siglo de Oro, y él no lo veía. -Pues ayer mismo se lamentaban los teatreros de que la taquilla cae en picado. ¿Qué opina? -Lo mismo dice Platón en uno de los Diálogos: «Esto es un asco, tenemos a los mejores dramaturgos, a Sófocles, Eurípides, ¡todos!, y nadie viene a nuestros teatros de piedra, todo el mundo va a ver los Juegos Olímpicos. Hasta Nerón, que no era ningún tonto, se apuntó con su carro. Pero al teatro se va ahora más que nunca. Y al mío más. En mi teatro no se pone el sol. -Cuando viene de Francia, ¿nota en España lo de la Europa de las dos velocidades? -Francia actualmente está políticamente dirigida por un español, Valls, a cuyo padre, Félix Valls, conocí bien. Un hombre muy leído, un pintor entre Turner y Zurbarán, algo muy difícil en una época en que solo se podía ser abstracto. Valls no es el único caso, el periodista que hace el telediario más visto de la televisión francesa es otro catalán deBarcelona... -Y la alcaldesa de París, de Cádiz. -Así es, en todos los terrenos España está muy bien situada. Lo cual no significa que esta gente represente a todos los españoles. Ah, y la ministra de Cultura, que es de las chicas más guapas de la política francesa, es de Melilla y habla español, aunque su origen es marroquí. [Confunde el cargo de Najat Vallaud-Belkacem, ministra de los Derechos de las Mujeres y portavoz del Gobierno francés]. -¿Valls ha sacado algo de la vena artística paterna? -En absoluto. Ni de socialista. Ha escrito un libro que se titula Cómo hacer que el socialismo no sea carroza. Imagínese. Pero en el Gobierno actual francés hay gente estupenda, como Flor, de una generación que vino a Francia huyendo de la miseria en Corea, y no sabe ni una palabra de coreano, pero estuvo a punto de presidir el Senado... Eso no lo tiene España, que debería, aunque fuera por una chulada, poner a una preciosa tía que dirija esto. Ya que el gobierno, los gobiernos, no tienen importancia, peso, poder ni dinero, ¡al menos que permitan a alguien ser la Malraux española! ¡Aquí hay mujeres de campeonato! -También existen otras como Marine Le Pen. ¿Le preocupa el ascenso de la extrema derecha? -Hay dos personas a las que quiero mucho, y me fatigan: una es mi mujer cuando me habla de dinero, y otra un periodista cuando me pregunta por política... -Hágase cuenta que le pregunto por la vida de la Francia de hoy... -El papá de esta señora que me ha mencionado [Jean-Marie Le Pen], que todavía dirige bastante, dijo una vez: «Soy tolerante, pero prefiero a Moliére antes que a Fernando Arrabal». -Como si estuviera obligado a escoger. ¿Ha leído la última novela de su amigo Kundera? -Muy buena. Hay gente que, como sabe que lo conozco, pasa por mí. Por ejemplo, una gran personalidad española, miembro del premio Príncipe de Asturias, quería dárselo y me pidió que intercediera. «Llámelo usted», dije. Pero no había manera, llamé a Kundera y me hizo muchas preguntas cuya respuesta yo ignoraba, así que tenía que preguntarle a ese señor, y entonces me confundí y le dije que le daban un millón de dólares. Pero creo que no es tanto. Al final me dijo Milan, «¿pero tú puedes imaginar que yo voy a hacer esa pantalonada de ir allí a recogerlo?» -Usted conoció el surrealismo, y también mayo del 68. ¿Cuándo tenían los poetas más influencia sobre las chicas? -En el grupo surrealista no hubo ligones, se amedrentaban. [André] Breton, por ejemplo, no tuvo casi vida amorosa. Y lo del 68 es un cuento, nunca hubo libertinaje. Hubo historias de amor, incluso de amor sin sexo. Ojalá hubiera existido esa liberación del cuerpo que se pregona, pero no pudo existir. -¿Todo fue mito? -Un hombre de mi tamaño, Tirso de Molina, escribió nada menos que un mito, porque nosotros los españoles, como usted sabe, solo hemos creado dos mitos: Fausto ydonJuan. Pero Tirso no habla de don Juan, sino del Burlador de Sevilla. Burlador. Él entiende que no se puede conquistar a las mujeres en masa si no mientes. Porque, en contra de lo que se dice, las mujeres nunca fueron tontas. -Sus amigos Michel Houellebecq y Bernard-Henri Lévy confesaron que estaban un poco obsesionados con lo que se dijera de ellos en internet. ¿Tiene usted alguna aprensión parecida? -No, porque después de ver que un vídeo mío tiene un millón de visitas en Youtube y uno maravilloso de Oscar Niemeyer apenas mil, me doy cuenta de que no vale la pena preocuparse por eso. Además, he sido expulsado de Facebook, ¿sabe? Puse una imagen de un chico con una pollaza descomunal, y fue prohibido y mi nombre registrado. Podría volver a entrar con otro nombre, pero creo que ya no vale la pena, ¿verdad?

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