Las colas interminables de la exposición de los Sorolla de la Hispanic Society que llegaban ayer justo hasta la puerta de la que fuera casa del Marqués de Jerez de los Caballeros (cuya biblioteca se llevó de allí para Nueva York el mismo que encargó pintar y pagó al artista estos cuadros, ya lo dije) deberían inspirar una reflexión sobre la filantropía, un concepto masónico de la vida, ausente en la de los poderosos de Andalucía -seguramente porque la masonería siempre estuvo aquí muy mal vista- y que, sin embargo, sería importante para hacer prender lo que antes se llamaba mecenazgo y ahora "responsabilidad social corporativa".
A nuestros empresarios -puede que algunos hasta en esa cola- que se arroban con la estampa de la Semana Santa que hoy es portada en Más Pasión les gusta ser benefactores, de esos a cuyas señoras pintaba Villegas, casi por los mismos años que Sorolla, dando una limosna mientras entraban en la iglesia. Ahora se quejan de la crisis -como si las crisis no fueran un elemento más del sistema (de su sistema)- pero no aprenderán: cuando llegue de nuevo la bonanza, traída por el sacrificio general, y sobre todo por el de los menos ricos, volverán a hacer ostentación de su beneficencia en un rastrillo o una bolsa de caridad rechazando la filantropía, la capacidad de amar a la humanidad, o sea, al mundo que existe más allá de Las Pajanosas o Carmona.
Escritor e historiador
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