En esta tierra ha sido frecuente la vuelta intelectual de la tortilla y, mucho antes de que lo hicieran los yanquis en sus películas sobre Viet-Nam, aquí poníamos del revés los trajes para hacerlos parecer nuevos y cambiábamos las historias para que tuvieran un final distinto y conveniente. Eso es lo que hicimos con la Guerra de la Independencia, el poema La Saeta, crítico en Machado y triunfal tras el Señor de la Salud, o el del Gallo de Morón, un guapo con fama de valiente que acabó huyendo y cacareando pero que se convirtió luego en todo un símbolo, con escultura monumental de rotonda para orgullo y prejuicio de un enclave.
En cambio Utrera tiene una gallina con denominación de origen y parece como si no existiera, salvo en esa feria reciente; tuvo antes la gloria de haber transformado los toros salvajes en reses de lidia (el mayor descubrimiento de la Ilustración española) aunque el vocablo utrerano, fuera de las ganaderías, ande ya más perdido que la gaseosa La Juncal y el mostachón, tan ferroviario como las navajas de Albacete. Incapaces de dar alas a nuestros productos, hemos preferido los valores soñados, irreales. 2008, bicentenario de aquella Guerra de la Independencia ganada para ir de cabeza al absolutismo y perdida para las ideas de progreso, puede ser el momento de poner los pies en el suelo. ¡Felicidad para todos y prosperidad para Andalucía!
Antonio Zoido es escritor e historiador
