En la decisión final del Banco de España, por la que ha adjudicado Cajasur a la caja de ahorros vasca BBK, han pesado los números, no las presiones que llegaban desde los partidos y los sindicatos andaluces y, especialmente, desde el presidente regional, José Antonio Griñán. Gana, pues, la economía, no la política.
Las relaciones entre Griñán y el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, se enturbiaron a raíz de la intervención de Caja Castilla-La Mancha en la primavera de 2009 tras no prosperar las negociaciones de fusión con Unicaja. No en vano, ayer por la tarde en el gabinete de Griñán, a quien tampoco le gusta la reciente reforma estatal para las cajas, temblaban con la decisión que fuera a adoptar finalmente Mafo, por mucho que intentaran trasladar el convencimiento de que Cajasur iría para alguna de las dos cajas andaluzas que acudían a esta puja: Unicaja y Cajasol.
Ya mismo aparecerán los comentarios sobre la posibilidad de que Cajasur haya sido el peaje pagado por José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno central, para que el PNV le preste el necesario respaldo a los Presupuestos Generales del Estado, cuya aprobación tiene complicada ante la soledad parlamentaria del PSOE nacional.
Pero lo cierto y verdad es que, a tenor de los escasos datos suministrados por el FROB, la oferta económica de la BBK era tentadora y menos costosa para el erario público.
En concreto, apuesta por un esquema de protección de activos, especie de blindaje que identifica la cantidad de pérdidas de la cartera de créditos de constructores, promotores y pymes de Cajasur que se cubrirán con dinero público, y que serán 392 millones de euros (pérdidas) durante cinco años, que se anticiparán a un interés del Euríbor más cincuenta puntos básicos. En otras palabras, el FROB aporta la garantía por el deterioro de activos.
No hay que olvidar que la BBK es la entidad más solvente de toda España y cuenta con un fuerte músculo financiero para afrontar con garantías la absorción, tras convertir, probablemente a Cajasur en un banco, aunque manteniendo la marca y la Obra Social. Un esquema parecido a la adjudicación, por parte del Banco de España, de Caja Castilla-La Mancha (CCM) al Banco Liberta, filial de la caja de ahorros asturiana Cajastur. No ha trascendido el ajuste de plantilla que aplicará la vasca, aunque será necesario para una entidad, la cordobesa, que está entre las menos productivas del sector de las cajas. Y otro aval para la BBK: no hay solapamiento de oficinas entre ésta y la andaluza, habida cuenta de la relativa escasa presencia de aquélla en la comunidad.
El pasado pasado está, queda analizar el presente y sobre todo el futuro. Vaya por delante que el máximo ejecutivo de la BBK, Mario Fernández, deberá dedicarle más tiempo a la cuestión laboral que el que le prestara Braulio Medel, presidente de Unicaja.
Pero el futuro no estará exento de sobresaltos en Cajasur, morlaco de grandes cuernos financieros... y laborales.
